El Presidente Lugo admite paternidad.
Por Daniel do Campo Spada
(De Reflexión Cristiana)
El Presidente Fernando Lugo inscribió en el registro civil su reconocimiento de paternidad del menor Guillermo Armindo, de casi dos años de edad. El hecho adquiere dimensiones especiales porque al momento de concebirlo, con una menor de 16 años, el mandatario paraguayo era Obispo de la Iglesia Católica que propicia el celibato de sus Ministros.
El mero hecho biológico podría convertirse en un escándalo de cara a la fuerte convicción religiosa del pueblo paraguayo, que con gran dolor ve que el denominado “Obispo de los pobres”, había faltado a uno de los deberes de los sacerdotes que es el de abstinencia sexual, conocida como celibato. Para poder acceder a la Presidencia, debió gestionar una dispensa de su función religiosa por parte del Vaticano, que el Papa Benedicto XVI estuvo retaceando hasta último momento. Lugo había afirmado que era su voluntad retornar a su actividad pastoral una vez que terminara su acción como Jefe de Estado. Desde el conocimiento de este hecho, eso será imposible.
La oposición colorada, que perdió el poder después de 50 años, aprovechó este hecho para para golpear la imagen del primer mandatario, que empieza a recibir presiones incluso desde los propios movimientos sociales que lo acompañaron en un principio, para que implemente medidas reparadoras en el país con mayor injusticia social de Sudamérica.
Como cristianos nos provoca un gran dolor, ya que Lugo es un ejemplo de entrega a las causas de los pobres, que al haber cometido un pecado queda expuesto a las habladurías de las causas cristianas, pero al mismo tiempo nos da una nueva lección, ya que Jesús tuvo entre sus apóstoles a hombres normales, seguramente pecadores. “No buscó ni a sabios ni a ricos”. Dios obra a través de sus criaturas, que no son perfectas y que por ello necesitan (necesitamos) el perdón divino y el permanente acompañamiento. El pecado, entiéndase, no ha sido traer a un hijo al mundo (que en sí es una bendición) sino el hecho de que la concepción fue en momentos en que aún era un Obispo. De todas formas, ello no invalida los servicios que ha prestado a la Iglesia.
“Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”, dijo nuestro hermano mayor.
ABRIL 2009-04-17
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