MUNDO – Europa | El hilo de Ariadna o el fantasma del chavismo recorre a Europa

Chavez_Europa Por Federico Ruiz Tirado
(Misión Verdad)

Un viejo apotegma rezaba que Europa hubiera sido impensable si no hubieran existido los griegos. Y como en muchos casos, en esta oportunidad, las palabras, las sentencias, las formulaciones de signos en nuestra cotidianidad –en malabarismos de justicia poética– pueden expresarse más allá de sí mismas, complicando el devenir, los titulares de los sacrosantos diarios españoles, las cuentas de los bancos alemanes, e incluso las vetustas y retrógradas instituciones del capitalismo occidental.

Fue en la defensa contra otro imperio decadente –las guerras médicas, en la que las ciudades-Estado griegas hicieron morder el polvo al Imperio Persa– que destacaron un grupo de pueblos helenos, con una incipiente democracia rural –y hay que decirlo: esclavista– con la determinación de fundar un concepto histórico que hoy, los-mismos-tipos-de-las-mismas-ciudades, están echando por tierra con una acción no vinculante pero arrechamente significativa. Los griegos acaban de negarse a seguir las políticas de genuflexión que pretende imponerles el Banco Central Europeo y el FMI con la cínica nomenclatura de rescate financiero a coste de vender hasta los colores de la bandera nacional helénica.
Lo sorprendente de esta trama no es el abismo financiero al que los griegos se avecinan, sabiendo además que desde hace rato las tienen todas perdidas. Lo que nos asombra es cómo con un gesto de arrojo político Alexis Tsipras y su gente le bajaron las faldas al Minotauro Europeo. Una ecuación más sencilla y con menos piruetas históricas. Los griegos saben que si ellos no pagan, los alemanes tampoco cobran. Alexis Zorba, alias El Griego, trancó el juego y se quedó con la cochina.
Alexis Zorba, alias El Griego, trancó el juego y se quedó con la cochina
Es decir, el referendo consultivo al pueblo griego acerca del camino a seguir frente a las ofertas de rescate financiero de los acreedores internacionales, no arrojó mayores luces para el futuro de la economía del país egeo. Pero, en cambio, abrió un boquete histórico en los conceptos de la política del viejo continente denunciando lo que las democracias representativas, las organizaciones no gubernamentales, los grandes organismos multilaterales, los trangresores 2.0, y ni siquiera las izquierdas libres de azúcar como Podemos, se atrevieron a decir: el sistema de bienestar europeo es una mentira para legitimar y sostener al capitalismo residual y rentistas de Alemania, los Países Bajos y el Reino Unido. La llamada economía europea no es más que un castillo de naipes mantenido con las cartas de una supuesta complementariedad productiva, un estado de bienestar cada vez más excluyente, una casta política con viejas y nuevas caras pero los mismos métodos de rapiña, y una moneda única apalancada en el sacrificio fiscal de los países periféricos en beneficio de una banca cada vez más insaciable en época de vacas, o más bien, de minotauros flacos.
El pánico en los pasillos del despacho de Ángela Merkel no tiene que ver con la solvencia de una parranda de griegos enardecidos. Las olas de shock de los mercados europeos vienen de otros mares. De más allá se hace sentir la aplastante realidad histórica de los nuevos modelos y formas: los nuevos capitalismos que avanzan a paso desenfrenado en China y Rusia; las ganas de EEUU de convertir en protectorados a los países europeos a punta de Tratados de Libre Comercio; y un fantasma que ahora recorre a ese continente, el de las democracias populares, el del poder constituyente, el de los países pequeños que le pintan una paloma al FMI y un puñado de momios retrógrados que se la tiran de tecnócratas. El fantasma del chavismo recorre Europa.