Las contradicciones de la Presidenta Cristina Fernández.

Por Daniel do Campo Spada.

En forma recurrente la Presidenta Cristina Fernández cae en contradicciones que alguno de sus asesores tendrán que en algún momento hacerle ver. Siendo quien encabeza el movimiento mas brillante desde el retorno a la democracia y hasta podríamos decir desde el final del primer peronismo el exceso de discursos está poniendo en relieve algunas aristas que pueden volverse en su contra. Denuncia un desgaste y pide apoyo, pero al mismo tiempo no acepta las características propias de los procesos populares a los que muchas veces interpreta como “palos en la rueda”. Pide acompañamiento pero se encierra en su rol de viuda. Tiene la oportunidad de ser la cuarta referente histórica del partido que más ha influido en la historia argentina (Perón, Evita y Kirchner) y el beneficio de todos sería que lo logre.
En el acto de inauguración de un centro de distribución se mostró emocionalmente sensible al enunciar que ella había dado todo y que hacía un gran sacrificio incluso a nivel físico. Reclamó a los sindicalistas que con trescientas mil personas le piden la reelección que después la extorsionan. ¿A quien hacía referencia? ¿Al acto de la CGT? ¿A Moyano? Cristina Fernández no es inocente y compite por el primer lugar entre los tres o cuatro mejores cuadros políticos de los últimos cincuenta años por lo que sabe que esas palabras también son extorsivas y le dan “pasto” a todos los medios de la derecha y ultraderecha montana. Al día siguiente, el diario destituyente Clarín tituló “Cristina volvió a cargar muy fuerte contra los gremios”, el de ultraderecha La Nación “Presión gremial: amenazó la Presidenta con no postularse”, el centroderechista El Día “Otro duro reproche de la Presidenta a los gremios” y así sucesivamente. Pidió que no la corran, que no la extorsionen y otros epítetos equivalentes a los que con mucha mas timidez dedicó oportunamente a los terratenientes involucrados con las dictaduras.
La clase trabajadora siempre pagó la fiesta de las clases medias y altas. Por primera vez ha tenido una recomposición salarial como la experimentada en el primer peronismo en los 40. Después de treinta años de retroceso increíble y de súper explotación empieza a mejorar gracias a entre otras cosas una dirigencia gremial que supo pelearla, porque eso es lo que a los oligopolios de derecha les molesta del Secretario General de la CGT, Hugo Moyano. Ha sido un dirigente que peleó contra el menemismo (cosa que muchos en el actual gobierno no pueden esgrimir) y siempre estuvo de un lado. Muchos funcionarios son ex liberales con todo el grado de sospecha que ello implica. Martín Redrado, Lousteau, Alberto Fernández, Daniel Scioli y otros tantos han sido del equipo elegido por el matrimonio Kirchner-Fernández. ¿Qué tipo de extorsión es pedir que alguien del movimiento obrero organizado ocupe un puesto importante? ¿Acaso el gobierno popular solo quedará en atildados hijos de la clase media?
Cristina Fernández debe recibir presiones de todos lados. Ella admite (y celebramos) que el Gobierno no es neutral, pero en las últimas semanas se agudizaron algunas declaraciones hacia el interior del movimiento progresista que son innecesarias. Como Presidenta tiene mucha herramientas para llamar a reunión y solucionar estos problemas. Los que saquen los pies del plato se decantarán solos sin el nada gratuito desgaste a que se somete la primera mandataria. Aunque por reclamar, por pedir mejorar algo (cuando se hizo muchísimo y falta mucho aún), por reivindicar algo, tampoco se está en contra. Mejor dicho. El que está en contra es el propio funcionario del Frente para la Victoria que deja flotar las situaciones en lugar de solucionarlas, evitándole un mal rato a Fernández. Llegó la hora de ver quienes son los que trabajan en el Estado. No todos son partidarios del modelo de inclusión y justicia social. Muchos son heredados del menemismo y coquetean con algunos gobernadores e intendentes (Scioli, Mazza, Urtubey y otros) que son conocidos por todos como neo-liberales. Entonces cuidado. El problema está mas adentro, en la propia tropa de la Casa Blanca y no en los sindicalistas a los que le está tomando el gusto golpear.
La Jefa de Estado clama que sola no puede y no hace falta explicar que eso es cierto. Pero tampoco podrá hacerlo sin la clase trabajadora… a menos que elija lo que prometió no hacer que es abrirle la puerta a las corporaciones empresarias, enemigas directas del país.

do Campo Spada, 2011 (C)
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MAYO 2011-05-12
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