El riesgo de los recambios generacionales.
Por Daniel do Campo Spada.
En otro editorial hemos desarrollado nuestra idea de que el kirchnerismo tiene la oportunidad histórica de superar los márgenes originales del peronismo. Esa oportunidad la tuvo también (aunque desde la derecha neoliberal) el menemismo, pero su falta de criterio ideológico y de recambio generacional lo dejó en la estocada aunque los daños que provocó al país lo han trascendido. Por ello es importante cómo Cristina Fernández conduce el necesario recambio generacional que tiene dos errores peligroso que se podrían cometer. Uno es “tirar viejos por la ventana” como se dice popularmente y otra dejar sectores afuera, como es el caso del movimiento obrero y las organizaciones territoriales.
Tras la muerte de Néstor Kirchner se dió un fenómeno de participación que ya estaba en ciernes pero que los multimedios hegemónicos se encargaron de tapar. El fallecimiento del ex mandatario hizo que esa nueva realidad, de masas que están de acuerdo con el modelo de inclusión se manifestara. Los festejos del Bicentenario, un par de meses antes fueron inocultables para un establishment que sigue soñando con un país para pocos (que son ellos). No les quedó otra que pelear contra las cifras de si habían asistido cuatro millones o seis millones de ciudadanos a los festejos pero esa vez no pudieron tapar el sol con las manos. El descontento no se vio y por el contrario había un cambio de clima inocultable. Cuando se pierde al dirigente santacruceño como dijo la Madre de Plaza de Mayo Línea Fyndadora, “a Kirchner no lo enterramos, lo plantamos”. Desde la allí, la oposición mediática (porque la política hace rato que no está a la altura de las circunstancias) nada fue igual. Lo que estaba subyacente fue explícito. La participación juvenil en favor de un modelo justo es una realidad que llega incluso a muchos jóvenes incluso provenientes de clases medias altas. ¿Requiem 1973?
La batalla cultural que se viene dando y que aún falta mucho para que termine pasa por la distribución de los espacios. El kirchnerismo es multifacético y la tan soñada transversalidad se dio en las calles antes que en los dirigentes. El problema que la Presidenta Cristina Fernández, como indiscutida líder de un momento histórico que se da cada treinta o cuarenta años, es el de distribuir poder. ¿Podría un gobierno solo confiar en jóvenes, aún cuando estos se conviertan en funcionarios por el solo hecho de tener pocas hojas en su calendario mas allá de sus capacidades? Las listas han dejado muchos heridos y esto es inocultable, pero en dos casos es un error político considerable. Los movimientos territoriales y el movimiento obrero organizado ratifican a cada paso que aunque esperaban ser tenidos en cuenta, seguirán defendiendo a la mandataria. Pero esto no puede durar mucho, porque las bases que militan día a día en los sindicatos, en los barrios y en todos los ámbitos de la vida ciudadana se pueden cansar. El militante es alguien de gran entrega que espera ser tenido en cuenta o que al menos uno de ellos (entre tantos miles) certifique que la construcción política está siendo considerada. La otra opción es dar espacios en la burocracia estatal y aquí estaría la forma en que la Casa Rosada solucione el desequilibrio que parecen haber dejado el armado de listas. Lo que es claro es que no hay que dejar afuera a ningún grupo, porque mas allá de lo ético, la política se construye por alianzas y un cabo suelto puede ser el origen de nuevos armados.
Algunos dirigentes, como son los casos de Luis D´Elía y Hugo Moyano, titulares de la Central de Movimientos Populares (CMP) y de la Confederación General del Trabajo (CGT) vienen enfrentando dificultades mediáticas y legales por el hecho de defender a este gobierno. Basta ver la nota de tapa de nuestra revista ECO Informativo N° 45. ¿Cómo se retribuye el haber puesto el pecho a las balas? ¿Los que hoy se beneficiaron con el desequilibrio de las listas, estarán en la próxima oportunidad en que haya que plantarse ante una derecha destituyente que solo está agazapada?
El recambio generacional es preciso para la larga vida de un proceso, pero la transición debe ser hecha con sabiduría y no con cortes furiosos que solo dejan heridas.
do Campo Spada, 2011 (C)
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JULIO 2011-07-09
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