REGIÓN – Venezuela | ¿Hacia la fase insurreccional abierta? (II) Nueve PUNTOS PARA VER LA GUERRA EN ALTA DEFINICIÓN

Venezuela_terroristas_1Por Diego Sequera
(Misión Verdad)

Hay como que una mala tendencia en la opinión en redes de reaccionar triunfalistamente a cualquier contradicción o retroceso en el discurso guarimbero, convirtiéndolo automáticamente en una derrota o una “victoria”, en esa limitada reflexión binaria. Como se ha venido desarrollando en la primera parte de este análisis, son fuerzas más pesadas, bajo una metodología clara, que pudiera (se subraya: pudiera) avanzar por encima de lo que diga o contradiga Freddy Guevara o cualquiera de los abortos de superhéroe con callos en las rodillas. Los adultos invisibles, y no el costoso preescolar de la MUD y sus alrededores, son quienes lo deciden. Y todo pareciera ir más allá. Y en esa dirección se está respondiendo.
La oposición, que es legítima y democrática, tiene un rol y muchísimos derechos, pero ha venido utlilizando instrumentos que no son los más claros ni idóneos. Recurre a los instrumentos bélicos y luego esconde la mano, se hace la pobre víctima: cuando se ve en minusvalía política utiliza armas conspirativas para querer imponer su voluntad, por eso, cada día sale con un truco nuevo.

Eliécer Otaiza en entrevista a Lavinia González, para Las verdades de Miguel, 2007

Al menos en el occidente que empuja porque los procesos de interconectividad y flujo del proceso globalizador, el trepar a cotas aún más salvajes del neoliberalismo (por ponerle un nombre) que opera sola y únicamente desde la fuerza. Las formas políticas habituales y habituadas, dentro de eso, no son más que ropaje cambiante según la ocasión.
Para eso existe todo el repertorio de la neolengua encubridora (Marco Rubio como paladín de la libertad, los derechos humanos y la libertad de expresión, sería un ejemplo) para opacar los procedimientos de suyo extremadamente sin ropaje válido.
La mediocracia corporativa, siguiendo con la floja metáfora, sería el diseñador de modas para disfrazar de noble lo que es muerte desnuda, pura y dura. “Sentido común”, lo han rebautizado por mucho tiempo.
Entonces, en esto de nombrar, y a la luz de la violencia operativa que asola a Venezuela en este momento, en el que la cantaleta encumbrada por la libertad, Julio Borges no se distingue del piso del que se arrastra, ni su lengua de los culos financieros que lame, asumamos entonces que la heroicidad presunta de la guarimba son otra cosa muy distinta.
Llamémosla, como propone Rubén Castillo en un artículo publicado en esta tribuna, “operaciones militares coordinadas” (agregaría uno “y combinadas”), sobre un escenario en que eso no se debe nombrar como tal, pero sus efectos, sus heridas, los medios empleados para sus fines, matan, hieren, perturban, sabotean.
Una insurgencia armada, abierta y encubierta, que emplea las variables de la subversión en dirección acumulativa, que en cada estadio alcanzado, en sus propias variantes particulares, abre las compuertas hacia nuevos escenarios preparando psíquica y físicamente al cuerpo sociocultural y político donde se desenvuelve.
Recordemos: toda insurgencia, según el Pentágono, tiene sus propias y únicas característcas que embaúlan en el mismo proceso pero que su forma de avanzar, por gradaciones o en simultáneo, depende de las condiciones específicas de dónde se dé.
Los ejemplos vibran y chocan en la calle, en las redes y en nuestras almas.

1. El clima enrarecido

Hay un dicho de los Vedas (y parafraseo) que sentencia más o menos que tú eres dueño de tus acciones, pero no de sus consecuencias. Caracas, Valencia, Los Teques, Barquisimeto (y Cabudare), San Cristóbal, Mérida, portan cicatrices duras, vivas. Y cada tuit que invoca a la épica de cartón-mierda de Freddy Guevara, cada genuflexión de Julio Borges, cada invitación a matar a tu vecino, es sal a la herida.
¿Hasta qué punto se asimilan y normalizan los nombres con la sustancia de la vida que algún día remolcaron en este tráfago, y, de repente, cooptado por Vente Venezuela o saliendo a tu trabajo cae la botella asesina con agua congelada? ¿Hasta dónde el dolor no duele cuando se extiende de forma generalizada en todos nosotros en forma de una lista de muertos, que del goteo diario comienza a crecer exponencialmente y ya es más de uno al día que matan o llega al borde duro de la incertidumbre por pura utilidad?
¿Y quiénes enrarecieron el ambiente vía el lenguaje? ¿Desde qué lugares se enuncia y se invoca el presunto “costo” de la libertad cuando ni te roza el escalofrío de la ausencia para siempre? Lilian Tintori se llevó esa lista engordada como artículo de propaganda a Canadá. El acoso se estandariza en redes. El autobús que es útil para la barricada, y también para el salario, se le prende en candela porque en la guarimba tiene vida útil para un día y para su chofer, en teoría el resto de la ídem, no.
¿Qué vacío cultural vuelve la desgracia ajena e innecesaria un artículo de “la lucha”? ¿Cuál es la dimensión de la ignorancia deliberada para prender en candela una gandola que transporta gasolina o recibir como línea política cagar en un frasco y que tus dirigentes te digan que eso sea normal, rutinario, creativo?
A todo esto, ejemplos concretos, en términos de economista convalidador del capital, se le llaman “las externalidades”, cuando al PIB, por bruto y por interno, se le pone rostro, experiencia, dato riguroso de la realidad. Quiérase o no, la normalización avanza a punta de Brayan y Almelina como baches del tiempo político de Borges en la oficina de H.R. McMaster.
Es contra esa normalidad que se invoca una Constituyente. Es contra la instalación de la guerra difusa y la cancelación práctica, aguas abajo (aunque a Maryu no le guste la expresión), de estar rumbo a la cincuentena de días de refriega. Recuerda: en el gérmen inicial de esta fase de la violencia un ex Disip dijo que lo más importante era “la guerra entre vecinos”.
Están nublando las responsabilidades políticas, porque aquí todo se quiere ver como punto de partida. Y sus protagonistas niegan (e ignoran) la llegada a alguna parte.

2. Terrorismo, definición en curso

“Terrorismo es, en su sentido más amplio, el uso intencional de violencia indiscriminada (terror) en función de alcanzar un objetivo político, religioso o ideológico. Las miras del terrorismo pueden ser varias: para crear una atmósfera de miedo, para influir políticamente, por castigo o venganza, o incluso para destruir un grupo en particular”, define un historiador gringo.
Y alude al brote indiscriminado de situaciones en las que, aleatoriamente, un sujeto, o varios, en el contexto propio, dispara contra un grupo de personas o asesina a co-estudiantes del campus universitario.
El 11 de mayo lanzaron una molotov contra un autobús en San Cristóbal, Táchira, con un saldo de 11 heridos. La noche del 19 de abril se intentó incendiar el Materno Infantil Hugo Chávez en El Valle, y reprodujeron en Carrizal, estado Miranda (territorio Capriles), la misma operación contra otra maternidad, consecutivamente, las noches del 16 y el 17 de mayo.
“Las metas, sin embargo, no siempre se conocen, y frecuentemente se encuentran en disputa. Una característica importante de la violencia terrorista es que es indiscriminadamente intencional. Esta es una característica definitoria del terrorismo (…): violencia que apunta no a una persona, o personas, en particular, sino a cualquiera que pertenezca a un grupo en especial (o incluso, a una sociedad en su conjunto)”, remata Peter Turchin.
Sobre un primer plano, se puede admitir, sin lugar a dudas, el papel de hiper-estimulación perpetua que juega la correa de transmisión mediocracia-redes sociales, la movilización del miedo como principal pacto convivencial del antichavismo promedio, ahora puesto en ejecución.
Sin embargo, el desmantelamiento de una célula operativa la semana antepasada, como lo revelaron en rueda de prensa, el 9 de mayo, el Vicepresidente y el Ministro de Interior, Justicia y Paz, también operan elementos más estructurados, y por lo tanto, en esa dimensión (manteniendo la definición expuesta más arriba), bajo un orden claramente establecido, el terrorismo pasa a método.
No debería ser sorpresa, entonces, que el comando insurgente y armado liderizado por Nixon Leal reprodujera al calco la vertebración de una célula operativa, según dicta, una vez más, el Manual de Campo 3-05.20 (ver primera parte de este trabajo):
Leal como cabeza de la misma, “El Coti” como filtro, es decir, cooptador e intermediario dentro de la estructura general, que se reproduce bajo el mismo esquema en las distintas áreas de responsabilidad y acción que tenían asignados los otros personajes capturados.

3. El papel de los indecisos

“En casi todos los escenarios, los movimientos de resistencia enfrentan una población con una minoría activa apoyando al gobierno e igualmente una facción militante apoyando el movimiento de resistencia. Para que la resistencia tenga éxito, debe convencer a la población intermedia no-comprometida, lo que incluye a simpatizantes pasivos de ambos lados, a que acepten como legítima a dicha entidad (la ‘resistencia’). Una población pasiva a veces es todo lo que necesita una insurgencia bien apoyada para hacerse con el poder político. En la medida en que incremente el nivel de apoyo por la insurgencia, disminuye la mayoría pasiva”, dicta la Circular de Entrenamiento (TC) 18 01 y que así, a lo gringo, lo grafica:
Circular que, como se dijo, complementa, simplifica y corrige el otro manual empleado. Y este dato no se debe tomar como un análisis de encuestadora de opinión en tiempos de rutina y simulación de normalidad. No es un muestreo. Nadie reacciona del mismo modo en un contexto virulentamente distinto. Uno en donde a todos nos toca ceñirnos de elementos genuinamente vitales, y no a la sociotemperatura equis de un momento dado.
Lo que le otorga, de paso, una visión más cínica al asunto del comportamiento y a la teoría del valor aplicada a la vida en su desempeño. Su función, dentro del esquema insurgente, sigue siendo bajo el criterio de máxima ganancia, y no del daño físico e interno. Del miedo.
Porque a veces esa decisión o esa definición, la circular no lo aclara, puede provenir de la coacción, del miedo, del legítimo reflejo de la autoprotección en un escenario asesino y hostil. Y la noción de vida y decisión como un asunto de presión sin nombre, a la supresión de todo lo que valoriza tu decisión como entidad que lo anula, que te hace cifra, ahí sí puedes llamarlo con mucha más propiedad fascismo. Y no antes.

4. Operaciones psicológicas

Reza el manual de campo 3.05-20:

“Las operaciones psicológicas (Opsic) son una parte vital en las operaciones de Guerra No Convencional (GNC). Cuando son empleadas correctamente, coordinadas e integradas, pueden mejorar e incrementar el poder de combate de las fuerzas de resistencia. Los especialistas en Opsic aumentando los Destacamentos Operativos de las Fuerzas Especiales (SFOD, por sus siglas en inglés) pueden desplegarse en el Área de Operaciones Especiales Conjuntas (JSOA, por sus siglas en inglés) y planificar los temas de propaganda, mensajes, medios y métodos que vayan a ser empleados, basados en el análisis de las audiencias-objetivo”.

“Las Opsic en lo contemporáneo y en el futuro de la GNC se vuelven cruciales cuando incremente la lucha ideológica y la resistencia. Una ventaja táctica temporal puede crear desventajas psicológicas al largo plazo. Todas las acciones deben ser revisadas, basadas en su impacto local, regional e incluso internacional”.

Este dato es clave. Las Opsic no se emplean en una sola dirección. Todos cobran. Y la población favorable a la insurrección y “la resistencia”, bajo esta lógica, es igual de víctima. En tal sentido, siendo todos audiencias-objetivos, hay para todos.
Contra las fuerzas enemigas: “Hacerlos sentirse aislados y mal apoyados, dudosos de los resultados de su lucha, generando desconfianza entre ellos, e inseguridad sobre la moralidad de su causa”.
Contra los simpatizantes del enemigo: “Para identificar y desacreditar a los colaboradores del enemigo y debilitar su creencia en la fuerza y poder militar del poder hostil”.
Para la población indecisa, los tan mentados “ni-ni”: “Para ganarse a los no comprometidos, el personal encargado de las Opsic debe insistir en que la resistencia comparte y pelea por las metas sociales y políticas de la población”.
Para los simpatizantes de “la resistencia”. En una primera dimensión que se ocupa de simpatizantes que no se deciden a pasar a la acción “a esta audiencia-objetivo (las Opsic) insisten en los temas que alenten a la población a apoyar activamente (aunque por lo general de forma encubierta) o a cooperar pasivamente con las fuerzas de la resistencia para alcanzar metas comunes. Estos llamados aseguran que la población, su sensibilidad, cultura, costumbres y necesidades sean respetadas”.
En un segundo nivel se ocupa de “conducir a las fuerzas nativas de acuerdo a los intereses de la estructura”. La “estructura” son los cuerpos de Fuerzas Especiales, que, en resumen, ejecutan acciones que favorezcan a los objetivos estratégicos de los Estados Unidos.

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5. La guerra dentro de la casa

En 2002, una operación militar ejecutada en el campo de refugiados de Batala, adyascente a la Kasbah de Nablus, Palestina, dirigida por el Brigadier General Aviv Kochavi contra fuerzas guerrilleras, imprimió un giro dramático en la eficacia y naturaleza de las operaciones de guerra urbana.
El campamento, que se tenía por infranqueable sin un altísimo costo de efectivos militares, vidas humanas y desastre infraestructural, se vio rebasado por una lógica distinta. Kochavi lo definió como una operación bajo una lógica de “geometría invertida”. Replanteando el campo de batalla a partir de la reorganización del espacio urbano bajo una serie de “micro-operaciones militares”.
Le otorgaba al ejercicio de la vida urbana, “su sintaxis” (palabras de Kochavi), es decir su ejecución, una dimensión que no encontraba fronteras o límites a partir de la concepción de lugar ya no como un espacio físicamente delimitado por lo concreto de una pared, sino como un elemento “flexible, casi materia líquida que está siempre contingente y en flujo”, reseña el arquitecto Eyal Weisman.
Bajo esa concepción que difumina la línea entre el espacio (físico) público y privado, asumiendo la ciudad ya no como un lugar concreto sino como “medio”, Kochavi planteó y bautizó a dicha táctica como “caminar a través de las paredes”. Una concepción operativa en la que la mirada no se emplea unidireccionalmente sino que los operadores pudieran desplazarse en todas las direcciones bajo esa liquidez espacial.
Sobre el plano intelectual le entregó, en clave postmoderna, territorialidad a las acciones de enjambre (swarming) en la que operadores-atacantes descentralizados abruman y atacan a un enemigo que no encuentra una delimitación clara, una orilla.
Todo esto viene a cuento por un solo elemento, que tal vez se tome como un traslado matemático de la esfera de las operaciones militares de las no-militares. Pero basta con ver, por ejemplo, todo lo que compone a un tuit que registre audiovisualmente las agresiones contra los cuerpos de seguridad grabadas “desde la intimidad” del hogar.
Cómo quienes registran tal o cual incidente en el cual se incendia una tanqueta, se lincha a un efectivo policial o se lanzan bombas artesanales cargadas de pirotécnicos contra la base de La Carlota, los personajes involucrados son los guarimberos, la acción perpetrada, y el público que celebra y aplaude con un abominable grado de intimidad celebratorio. Una imagen compleja donde todo se funde. Hitler dentro de la casa sin ser reconocido todavía como tal.
Como San Antonio de los Altos en toque de queda perpetuo, replicando lo que ya se ha vivido en Rubio u otras poblaciones del estado Táchira en años anteriores. El tiempo y el espacio controlado por los efectos de un llamado a la guerra, que apuesta a su propia desmesura. Y poco importa cómo se revierte en su contra. El alacrán arrinconado. El espectáculo y la muerte concreta, disuelta. Consumo.

6. Emerge la tercera violencia

Cuando la violencia entre las protestas (infiltradas por operadores armados) chocaba con los agentes del orden público en Siria 2011, en ese tiempo donde era necesario que el relato fuera en la dirección de dos fuerzas claramente delimitadas y enfrentadas, emergió otra, sorda, sin nombrar, acentuándolo todo. Una tercera violencia. Era la profesional, encubierta.
Ciudades como Alepo y Homs comenzaron a ser testigos de secuestros, carros bombas, masacres perpetradas contra grupos considerables de soldados (como la de Jisr al-Shogur, en Idlib). Y en ese primer momento, nadie lograba identificar quiénes la perpetraban, quiénes, desde la sombra, llevaban “la lucha” a otro nivel que nadie quería ni esperaba de entre quienes apoyaban o no las revueltas bajo cualquier noción de “reforma” o de quienes apoyaban la estabilidad del gobierno de Bashar Al-Assad.
Y en esa dirección deben interpretarse las acciones de rebasamiento que comenzaron a manifestarse en el Táchira, con particular acento en San Cristóbal. En simultáneo a una serie de acciones combinadas de mayor nivel a la dimensión plana y estupidizada de la guarimba, otros operadores, no exactamente estudiantes, comenzaron a actuar. Por lo que se activó la Fase 2 del Plan Zamora en la entidad.
Y bajo el amparo desinformativo de la alcaldesa de San Cristóbal, alertando sobre saqueos y acciones violentas desde su cuenta tuíter sin siquiera una foto, un registro audiovisual, un retuit. No por eso se sentía incapaz de identificarlos como “colectivos”, de la misma forma que en Siria, quienes sí sabían qué ocurría y sus medios de comunicación magnificaban, se los fueron otorgando a las “Shabiha”, a los cuerpos de seguridad. Fue después que se reconocieron las operaciones de infiltración de distintas formaciones yijadistas. Y así se invadió Alepo en su primera fase.
Esa noche de saqueos y violencia con clara dirección encubierta bajo la impresión de caos del 16 de mayo, tuvo objetivos claros. Entre ellos, la sede del 215 Grupo de Artillería de Campaña “Genaro Vásquez”, unidad táctica del ejército venezolano en la región. Cuando en simultáneo también fueron atacadas las sedes policiales de San Juan de Colón y Capacho, en la misma entidad, tal como lo denunció un comunicado del Ministerio de la Defensa.
Y es que en el gérmen nefasto de donde eso nace se establecen esas horribles coincidencias entre Venezuela y Siria que comentó el presidente Bashar Al-Assad hace poco. El modelo. Eso que llamamos “tercera violencia”, que se inspira en la experiencia centroamericana de los 80 (la escuela Negroponte), en la que los “ejércitos” de la insurgencia se construyen a partir de mercenarios profesionales y crímen organizado, perpetrando secuestros, atentados y otras operaciones, como una Mara politizada con clara orientación.
Pero su anonimia, su falta de rostro, su traslado hacia el contrario (“los colectivos”), tienen corta duración y el propósito de su silencio parcial es proporcional a la urgencia de dar el salto adelante hasta que el conflicto ya ni siquiera se trate de alcanzar una fase insurreccional abierta, sino de estandarizarlo en la guerra total.

7. Cartografía paraca en acción

El huevo de la serpiente, de larga data en el corredor fronterizo-andino, las estibaciones llaneras y la región zuliana. Ya para 2008 era noticia la presencia de formaciones paramilitares colombianas en el eje de la Panamericana, en “Caja Seca (Zulia), La Ceiba (Trujillo) y toda la vía panamericana desde Colombia hasta Agua Viva. En la ceja del ojo de Valera”, denunciaba un reportaje del Diario de Los Andes-Trujillo, en 2008.
De igual forma, Tucaní (Mérida) y toda la línea que bordea el sur del Lago de Maracaibo, pasando por El Vigía. Pero, además, “Puerto Santander, en los límites con La Fría, a Santa Bárbara del Zulia. Desde ese último punto proyectan controlar la carretera Machiques-Colón”, con capacidad de proyección en los pueblos del sur de Mérida.
Si hacemos “fast forward” al hoy en día, tenemos que desde la semana pasada, todo ese sistema de corredores del occidente del país, limítrofe con Colombia, ha comenzado a despertarse, precisamente en el marco de la operación de “cambio de régimen” en plena ejecución hoy en día.
Tal como fue reseñado por este portal la semana pasda, a propósito del último “plantón nacional”. Donde la nota recordaba, además, una suma de acontecimientos recientes en relación a la captura, detección o dada de baja de estructuras, campamentos y operadores paramilitares.
Nueve paramilitares fueron dados de baja el 16 de marzo y el 22 de marzo, fue desmantelado un campamento en el mismo Municipio Ayacucho, cuya capital administrativa es San Juan de Colón, escenario de alto voltaje violento la semana pasada. Igualmente, recuerda la nota, Julio Días Durango, alias “Bobina”, “jefe de finanzas de la peligrosa Bacrim colombiana Los Rastrojos, en posesión de armamento, municiones y uniformes del ejército colombiano. Otros tres activos de esta organización también fueron capturados”, señala.
De nuevo, La Fría, donde capturaron a Bobina, se comunica con Santa Cruz de Tovar por la carretera Transandina, siendo Tovar, además, otro teatro de operaciones de la violencia difusa.
Como puede verse, se funden en un solo acto operativo la cartografía del paramilitarismo en el occidente con la agenda de la guarimba artillada. Con sus claros operadores políticos, y con los no tan claros pero igual de esenciales factores empresariales en las distintas ramas ganaderas y comerciales en la región.
Una operación geopolítica, que obedece, también a una agenda que puede destilarse como “superior”, nada provincial. Por más que la quieran disfrazar con el estúpide fetiche nominal que desde 2014 se ha querido vender como “los gochos”, envenenando toda la majestad que de suyo tiene el gentilicio de los pueblos andinos.

8. McCain (otra vez) manda a otros a la guerra: Mambrú, sus pendejadas y el “canal humanitario”

Es la geopolítica, estúpido. Y que ahora se incorpore el senador John McCain a la comparsa de la violencia contra Venezuela también anuncia otro nivel de involucramiento. La propuesta de ley que junto a Ben Cardin, Marco Rubio, Bob Menéndez, entre otros, es otro peldaño más arriba sobre el cuerpo jurisprudencial que comenzó a levantarse con el Decreto Obama.
La “ley para proveer asistencia humanitaria para el pueblo venezolano, defender la gobernanza democrática y combatir la corrupción extendida en Venezuela, y otros propósitos (sic)”, plantea la donación de 10 millones de dólares, una acentuación en la lógica sancionista acumulada hasta hoy en día, y el “canal humanitario” controlado por ONGs e instituciones internacionales, seleccionadas por los Estados Unidos.
Al unir el intento de excepcionalización en las regiones revisadas más arriba, la actual hostilización del gobierno colombiano con Venezuela (más su sostenida re-paramilitarización interna post-acuerdos de paz), bajo la cobertura de la ley que proponen los activistas del Congreso más arriba, se cierra el cuadro y el rumbo pretendido.
De nuevo, lo dicho en 2015: “Cuando pienses en el valor de las fronteras piensa en Siria (y Centroamérica)”. En una aritmética simple, Colombia como plataforma logística, frente a un territorio en pugna cuyo objetivo táctico fuera el “retiro” del poder central del Estado venezolano, aceptándose la ley propuesta por McCain y compañía (con sus millones de dólares), canalizando recursos, asesores y material bélico bajo la fachada de un “corredor humanitario” con frentes-ONGs en el centro de la operación nos lleva a un proceso de institucionalización del conflicto.
En el acto de extrapolación que pudiera hacerse en los peligros de este proceso brillan chocantemente los papeles de Honduras y Costa Rica contra la Nicaragua Sandinista, y más acá en el tiempo, el papel de Turquía y Jordania. La operación desencadenante en Siria se dio lugar en Dará, lejana de la capital y a dos pasos de Jordania.
El periodista de investigación, Steven Sahiounie, originario de esa ciudad, detalla cómo fueron los días antes del fatídico 11 de marzo de 2011, cómo se llevaron a cabo las operaciones, cómo se usaron los distintos factores culturales y sociohistóricos locales en una operación cuidadosamente montada, operada por la estación de la CIA en Jordania, y, por sobre todas las cosas, cómo se le dio inicio a partir de un falso positivo (dos muchachos asesinados por la represión de las Shabiha, el equivalente mediático de los “colectivos” de acá).
Así la historia no se repite, pero rima, y cambien radicalmente aspectos de contexto, así como el peligro es vigente, su capacidad de revertirlo también. Pero para eso hay que verle el rostro. E ir más allá de los adjetivos y asombros superficiales de las redes del momento.

9. El peligro del antes y el después

Volvamos ahora al torrente que circula dentro del río del tiempo histórico al corte de caja de hoy (22 de mayo). Bastante se puede decir al llevar la guerra contra el país a su dimensión monumental y detallar la proporsión de las operaciones, su cuerpo doctrinario, los procedimientos, los paralelismos y los precedentes históricos.
Pero su principal reflejo se da en lo que frente a eso pudiéramos llamar “lo pequeño”. No menos dramático, pero más cercano al cauce de los días de excepción y violencia, al dolor de los demás, al trastorno extremo en el que se desdoblan protagonistas que en el mismo acto cancelan su responsabilidad política y la convierten en la épica de cartón-mierda mencionada más arriba.
Y yo veo en Orlando José Figuera, el muchacho de 22 años apuñalado y quemado en Altamira, el peligro de ese cruce de frontera donde se patenta la muerte en el alma, no importa cuál grado de euforia o cuál psicologización idiota se le quiere endilgar a algo que no ha hecho el chavismo en dos décadas.
“Sutileza” de la historia si se le otorga la costra de indolencia con la que nadie de “la dirigencia” de aquel lado se hace cargo, siquiera por la simulación y la apariencia. No hay “pragmática política” de pantalla de teléfono inteligente que disminuya las claves hórridas en ese caso, sin desmerecer la herida honda alguna en este insufrible ciclo de violencia con propósito, en el dolor de las demás familias que han sido víctimas de algo que por encima de todos nosotros es frío y calculador.
La euforia politiquera, superficial, vana, banal, nacionalicida y profundamente ignorante de los paladines de la libertad omite cuándo fue que dieron el paso al fratricidio. Aún más el saber cuál rumbo puede tomar esto y cómo ellos no están exentos de la aplanadora que ellos mismos no se cansan de invocar y malvestir.
Medirle las dimensiones al peligro, desde este lado, no es anunciarlo ni predecirlo. Existen lecciones aprendidas. Pero no verle su dimensión, llevar la discusión a la estratósfera generalizándolo en una categoría es un acto de torpeza y negligencia.
Igual que el peligro de reducir la agresión a nuestro país sólo por intereses energéticos. No es sólo por petróleo, ya lo han venido asomando oportunamente. Y es cierto.

FUENTE: http://misionverdad.com/LA-GUERRA-EN-VENEZUELA/hacia-la-fase-insurreccional-abierta-y-ii