MUNDO | Carta abierta a Claudia, ex de Maradona.
No tenés derecho, Claudia. Lo que le hiciste hoy a tanta gente… No tenés derecho. Ya no sos la mujer de Diego.
Yo llegué 11:20. Estaba en Av. Belgrano y Bernardo de Irigoyen. Fui sola. Con todas las ganas de despedir a Diego. Emocionada, triste, llorando desde el día anterior. Soy su generación, crecí con él, viví todos sus mundiales con mis padres, grité sus goles. Lo vi jugar por primera en la cancha de Boca pero Diego tenía la camiseta de Argentinos Juniors. Y mi primo, con el que fui a la cancha, me dijo: “¿Ves ése que va ahí con la pelota, Ése es Maradona ”.
Y también me acuerdo de mi papá, que se levantaba temprano para verlo en el Mundial Juvenil del ’79, en Japón, cuando también trajo la copa. Y yo lo veía con él. Y me decía también: “Ése es Maradona”.
Y hoy, después de bancarme dos avalanchas, y de comprar flores tres veces porque las perdí en las avalanchas, estaba a 30 metros, pisando la calle Balcarce y vos decidiste cerrar la puerta. Eran las 15:30. Estaba en diagonal a la entrada. Y no entré. Y no lo vi. Y me quedó un sabor amargo.
No tenés derecho, Claudia. Diego es de la gente, es del pueblo. Y lo que él hubiera querido es que toda esa gente que estaba ahí afuera hubiera podido entrar a despedirlo.
Así como también él hubiera querido que Rocío Oliva pudiera estar. Pero vos no la dejaste entrar a una mujer que estuvo 7 años con él y a quien todavía él extrañaba. No tenés derecho. Era el deseo de él, no el tuyo y tu egoísmo. Todo lo que tenés, lo tenés gracias a él. Y si sos “alguien”, lo sos gracias a él.
Y por más que los medios quieran crearte una buena imagen, que todo el mundo sepa que ahí afuera había 30 cuadras de cola queriendo despedir a Diego. Y vos no nos dejaste entrar. Era la última vez que hubiéramos podido despedir a Diego, y vos se lo impediste a todos.
Lamentablemente, a mí me va a quedar siempre este sabor amargo de no haber podido entrar a despedirlo. Pero sí me van a quedar las alegrías, su garra, su pasión- adentro y afuera de la cancha-, sus gambetas, sus goles, su coraje, su magia, su arte con la pelota, su ingenio, sus frases, su energía, su generosidad con todo el mundo, su humildad.
Gracias, Diego, Te voy a extrañar. Te vamos a extrañar siempre.
Me siento plenamente identificado con esta carta. La mezquindad de la familia de Maradona no dimensionó el amor desinteresado que sí tenían/tienen millones de personas.
Totalmente de acuerdo el D10S es de la gente.