EDITORIAL – Régimen | Injerencia judía en los asuntos del Gobierno argentino.

Redaccion abril 07, 2019 0 Comment

Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus)

La relación del régimen de Mauricio Macri y las organizaciones sionistas internacionales no es una novedad que sorprenda. Sin caer en la paranoia del “Protocolo de los Sabios de Sion”, el despliegue de los judíos de Tel Aviv en la región es harto preocupante y en ello el caso argentino es manifiestamente particular. Aunque los seguidores de la estrella de David son una minoría entre los argentinos, han logrado ocupar puestos centrales en el gobierno de la alianza PRO-UCR.
Cuando Macri se convirtió en Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el año 2007 comenzó a trabajar muy duramente para tener su propia fuerza de choque. Por eso, a la tenebrosa Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) que se ocupaba de pegarle a las familias en situación de calle le siguió la creación de la polémica Policía Metropolitana (PM). Para ello contrató a policías de la Federal que habían sido exonerados y puso al frente al Comisario Jorge Palacios, alias “el fino”. Cuando todos comenzaron a discutirle por la designación de alguien sospechado de haber encubierto el auto-atentado de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en sendos reportajes televisivos contestaba que “fuimos a las Embajadas de Estados Unidos y de Tel Aviv y les preguntamos cuál les parecía el mejor hombre para poner al frente de la policía, nos dijeron que era Palacios”. En ningún momento se sonrojó por la falta de independencia y soberanía.
Desde comienzos del siglo XX, es decir antes del Holocausto de la segunda guerra mundial, los sionistas desplegaron a nivel mundial asociaciones destinadas a expandir su poder en el campo financiero y cultural (lo militar llegaría en la década del 30). En 1935, en Argentina formaron la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA). Cabe recordar que aún no habían recibido los territorios que a mitad de la centuria les sacaron a los palestinos. El nazismo le dio la excusa perfecta para victimizarse y desde allí presionan a todo aquel que discuta en lo más mínimo algo que los involucre. Con la figura de “anti-semita” no se los puede criticar en lo más mínimo. Actúan con todo el poder del que disponen pero se defienden alegando una minusvalía social que no tienen. Hoy, en la segunda década del siglo XXI son uno de los principales sostenes financieros, políticos y mediáticos del macrismo.
Cuando comenzaba el último año del último gobierno democrático, en un hecho casual se suicidó el fiscal Alberto Nisman. Nosotros sostenemos la hipótesis del accidente. Él se pegó un tiro, pero nadie ha tomado en cuenta que le gustaba mandar fotos graciosas a sus amigas personales. Quien aprieta un dedo en una mano (suponiendo que fuera su celular), tiende a hacer lo mismo con la otra (en la que tenía el revolver con el que se quería sacar una foto en el espejo de su baño). Al día siguiente iba a exponer una inconsistente acusación contra la ex Presidenta Cristina Fernández. Ello buscaba debilitar al gobierno peronista acusándolo de complicidad con Irán, a quien acusan del auto-atentado de la AMIA. El fiscal, era (nada casualmente) impulsado por las por entonces Diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso. Sobre la primera hablaremos en el siguiente párrafo, pero cabe agregar que la segunda, sin ser abogada, es la titular de la Oficina Anticorrupción (OA) y toda su carrera la hizo gracias al impulso del Fondo Buitre de Paul Singer, activo dirigente judío que pidió el embargo de la Fragata Libertad en un puerto extranjero.
La actual Ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, no solo instrumentó un sistema de miedo permanente en el país, cobrándose dos víctimas inocentes como Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, detenidos por falsas acusaciones de la propia DAIA (como los hermanos Salomón del barrio de Floresta, detenidos solo por ser musulmanes), expulsó al equipo de fútbol 5 de Pakistán, a deportistas colombianos y otros papelones sino que además está en pareja con un conocido dirigente judío. Guillermo Yanco es socio de Claudio Avruj (actual Secretario de Derechos Humanos que quiso convertir a la Escuela de Mecánica de la Armada en un shopping para turistas) en el sitio de ultraderecha sionista Vis a Vis. Con apoyo financiero de la comunidad judía de Tel Aviv (que lidera el sanguinario Benjamín Netanyahu) golpean a cada enemigo del macrismo y desconocen los atropellos a los palestinos en Medio Oriente.
Desde que Bullrich ocupa el Ministerio de Seguridad se llevó a Fabricaciones Militares (FM) a la mínima expresión porque las fuerzas de seguridad se abastecen ahora con balas, chalecos y armamento proveniente de Tel Aviv. Sueña con ser la Bolsonaro (Presidente nazi de Brasil) de Argentina y no pocos la ven como probable candidata a Vicepresidenta en las elecciones de 2019. Ella le abrió las puertas al falso abogado Marcelo D´Alessio, agente de la Drug Enforcement Administration (DEA) estadounidense y la organización terrorista HaMosad leModi’in ulTafkidim Meyuhadim (Mossad) de origen judío. Cuando este fue detenido y su casa en Canning allanada por el Juez Federal Alejo Ramos Padilla en una causa por extorsión, se vio que el propio Ministerio le hacía cobertura a…un agente extranjero. Aunque ahora quiera desconocerlo, él le preparó varias causas y operativos armados para lucirse en la prensa. Increíblemente el establishment lo estaba preparando para ser el Ministro en un eventual segundo gobierno de Macri a partir de 2019.
Sabiendo que el 2019 es un año con fuerte represión para apagar el descontento popular, en 2018 la Vicepresidenta Gabriela Michetti viajó a Tel Aviv viajó para comprar cerca de 20 millones de proyectiles que hoy usan los policías nacionales. Mientras que esa compra se hacía allá, acá se cerraron dos plantas de Fabricaciones Militares y una decena de cooperativas de trabajo que proveían de equipamiento hasta que la democracia terminó en 2015.
Con Macri, Argentina abrió un tridente de influencia judía en la región que consolidó con el nazi brasileño Jair Bolsonaro. El vértice se encuentra (como desde hace un siglo) en Estados Unidos, quien ha decidido volver a controlar lo que considera “su patio trasero”.