EDITORIAL – Régimen | La salud es la cara oscura del macrismo.
Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus y CEDIAL)
El gobierno neoliberal de Mauricio Macri muestra una de sus peores caras en el tema de la salud, una de las cosas más sensibles en la vida cotidiana. Desde el comienzo de su gestión atacó todas las prestaciones que la tercera edad tenía a través del PAMI y en el camino terminó con el Plan Argentina Sonríe, los camiones sanitarios del ACUMAR y dio de baja 74.000 pensiones que ayudaban un poco a quienes soportan alguna discapacidad física. Ahora las cifras de la caída de ventas de remedios y los 100.000 afiliados menos a prepagas indican que estar sano en Argentina es un arte.
Las cifras son muy concretas. La Confederación Farmacéutica estableció que durante 2018 se vendieron 100.000 remedios menos por cada día. Ello equivale a 3.000.000 menos de unidades por mes y 36.000.000 por año. Esa cifra confirma lo que ya venían anunciado los farmacéuticos donde los jubilados o personas del común llegan con tres recetas y terminan comprando apenas una. Muchos están suspendiendo tratamientos permanentes y en algunos casos optan por remedios caseros ante la imposibilidad de adquirir los de laboratorio. Mientras el dueño de laboratorios Roemmers, Alejandro Roemmers festejó en el 2018 sus 60 años gastando u$s 6 millones de dólares sus clientes interrumpen tratamientos prolongados o de por vida.
Fernando Gray, Presidente del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires, se reunió con las autoridades de las asociaciones farmacéuticas para interiorizarse de la problemática, ya que desde la asunción de Macri los remedios aumentaron un 180 %, al tiempo que la inflación acumula un 160 % y los salarios promedio el 46 %.
Al desfinanciamiento de los hospitales públicos, a punto tal que eliminó el Ministerio de Salud (algo a lo que no se atrevió ni siquiera la dictadura militar) hay que agregar el cierre de planes como Argentina Sonríe (donde el Estado le hacía las dentaduras a quienes no podían pagarlas), los camiones sanitarios del ACUMAR (dedicadas a atender el territorio todo el tema sanitario, donde hoy están esos camiones semi abandonados en descampados de la Provincia de Buenos Aires.
El plan Incluir Salud, que se encargaba de llevar a personas discapacitadas a tratamientos o trabajos también ha sido víctima de las políticas neoliberales. El Estado Nacional la cedió compulsivamente a las provincias, pero como muchas no se pueden hacer cargo, miles de damnificados se han quedado sin una prestación básica para llevar una vida normal.
Solo en 2018, cien mil personas han dejado de pertenecer a servicios de salud prepaga. Por eso la Secretaría de Salud habilitó afiliaciones “low cost”, donde pagando lo mismo siguen teniendo el servicio pero con un fuerte recorte de prestaciones. Otros cien mil se han bajado de las obras sociales como consecuencia directa de los 190.000 puestos de trabajo en blanco que se han perdido solo el año pasado. Esto, más el crecimiento vegetativo de la población (650.000 habitantes más por año) muestra que la salud pública hoy tiene que atender a casi 4 millones de personas más que en 2015, al tiempo que el presupuesto es casi el mismo en un contexto inflacionario devaluatorio de casi el 115 %. A pesar de ello, en todo el país quedaron diez hospitales de alta complejidad casi listos que había dejado el último gobierno peronista, pero que por decisión de Macri no se inauguran. El de Esteban Echeverría en la Provincia de Buenos Aires es una muestra de ello.
Las obras sociales, punto de encuentro entre el régimen macrista y los gordos de la Confederación General del Trabajo (CGT), cobran servicios que antes no tenían ese valor. Una guardia en una OS como OSECAC (la más grande y por la que optan incluso quienes no son empleados de comercio) cobra como copago $ 650.- en una guardia. La caída de empleados en blanco provoca que el número en muchas de ellas las haga prácticamente inviables, por lo que muchos de sus afiliados (en la Argentina es obligatorio optar por una) terminan apelando a las salitas de barrio u hospitales municipales.
La desnutrición es otro tema de la salud. El fuerte incremento en los precios de los alimentos está provocando que en la Argentina se coma cinco de cada siete días. El 35 % de la población solo aspira a una comida diaria y un elemento tan central en la dieta cotidiana como la carne bajó a solo 50 kg por persona. Ello quiere decir que todos los argentinos no comemos más de un kilo por semana, pero si la mitad de la población comiera carne tres o cuatro días a la semana, la otra mitad ni la probaría. Estas cifras son inferiores inclusive a las de 2001.
La salud no admite globos de colores y si tuvieran que optar por uno ese sería el de la desesperanza y la incertidumbre.
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