EDITORIAL – Régimen | La represión y el odio macrista están generando un nuevo tipo de resistencia.
El jueves 4 de agosto de 2016 fue un día que con el tiempo quedará en la historia de las resistencias. Justo en el día de la marcha número 1999 que las Madres de Plaza de Mayo, la más prestigiosa organización de Derechos Humanos del continente realiza desde la dictadura militar-empresaria, el juez Marcelo Martínez quiso tomar declaración indagatoria a su Presidenta, Hebe de Bonafini. Cuando llegó la partida de la Policía Federal con 70 efectivos y cuatro camiones blindados se encontraron con una marea humana espontánea, que en pocos minutos pasó de apenas unas 30 personas a por lo menos cinco mil. Nació de esta manera una forma espontánea de la ciudadanía para defender a quienes lo representan.
En el Canal C5N el conductor televisivo Víctor Hugo Morales en diálogo con la propia Hebe de Bonafini dijo que la maniobra con la que la camioneta de la Fundación esquivó el cordón policial fue “una jugada maradoniana”. Mientras los policías hacían un cerco, la misma se subió a la vereda y por allí llegó a la esquina. Cuando los móviles policiales quisieron reaccionar un cordón humano de casi mil personas les impidió el paso mientras las Madres se iban rumbo a la Plaza. Cuando terminó la misma, una multitud creaba un cerco infranqueable a su alrededor hasta la dirigenta llegó nuevamente a la sede. El juez mantenía las intenciones de detenerla por la fuerza (estaba declarada en rebeldía por no haber asistido a la convocatoria anterior) y dejarla detenida hasta el día siguiente. Sin embargo, el costo político y la firme decisión de miles de militantes que se convirtieron en custodios improvisados hicieron que Marcelo Martínez Giorgi levantara su pedido de prisión.
En abril, cuando el juez macrista Claudio Bonadío citó a la ex Presidenta Cristina Fernández para que se notificara de la persecución de la que era objeto cerca de medio millón de personas inundaron los Tribunales de Comodoro Py. Así mismo, cada vez que se desplaza por la Ciudad de Buenos Aires recibe un afecto y protección que no ha menguado tras ocho meses de macrismo. Cada partida o llegada desde la Estación de Aeroparque es acompañada por miles de personas que se movilizan por sus propios medios.
En julio un hombre se subió a un tren de la línea Mitre portando una pancarta en contra del Presidente Mauricio Macri. El guarda le dijo que se tenía que bajar, porque no se podía hacer política en ese lugar, disposición que el empleado ferroviario había legislado por motu propio en plena democracia. ¿Desde cuándo en el tren no se podía hablar de política en plena democracia? Como el señor de avanzada edad no accedió, el empleado llamó a la policía que sin saber por qué lo intimaba a descender de la formación. En ese momento cerca de treinta pasajeros comenzaron a defenderlo, al tiempo que defenestraban a los uniformados. No hubo silencio. Por el contrario, la reacción de los presentes fue acompañada por dos filmaciones con teléfonos celulares que se viralizaron en la red. Lejos de terminar allí el incidente alcanzó una fuerte difusión mediática, mucho más efectivo claro que el humilde cartel que querían silenciar.
En San Isidro una madre fue intimada a dejar de darle el pecho a su hijo. Dos uniformados de la violenta policía local que protagonizó la primera represión en el macrismo cuando atacaron un centro cultural en diciembre de 2015, le dijeron que tenía que irse del lugar. No le permitieron alimentar a la criatura como indica cualquier obra mínima. Esto ocurrió en julio de 2016 y una semana después cientos de mujeres realizaron un “pique-tetazo”, repitiendo la acción reprimida por la policía macrista.
Podríamos seguir enumerando, pero vemos que los actos de odio del macrismo ameritan una inmediata respuesta popular, donde el ingenio se va a agudizando. “Estamos aprendiendo algo nuevo, una forma de resistencia civil que las nuevas generaciones no conocíamos” nos dijo un manifestante que acompañaba a pie la lenta marcha de la camioneta de las Madres. No solo no logra someter a la mitad de la población que no lo apoya sino que el Gobierno está fortaleciendo nuevas estrategias de lucha en las calles, que hoy por hoy es el único lugar que Macri no maneja, como sí lo hace con el parlamento y el poder judicial.
do Campo Spada, 2016 © – ddocampo@tvmundus.com.ar
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