EDITORIAL – Día del Trabajador | El Coronavirus nos obliga a repasar el mercado laboral.

Redaccion mayo 01, 2020 0 Comment

Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus)

El COVID-19 puso en blanco sobre negro la inconsistencia y precariedad de muchos de los trabajadores y trabajadoras no solo en la Argentina sino también en el resto del mundo. Cuando esta pandemia afloje habrá llegado el momento de re-diseñar un panorama que sigue siendo tan frágil como ocurría en los tiempos de lucha de casi ciento cincuenta años atrás cuando la Revolución Industrial había cambiado definitivamente la vida en el planeta.
La primer gran división que se vio en forma muy clara es la diferencia entre quienes trabajan “en blanco” y quienes están en la totalidad marginalidad fiscal. En este caso el Gobierno de Alberto Fernández en Argentina ha sido una de las grandes excepciones porque resolvió la asistencia con un subsidio universal llamado Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) que habrá que pensar como algo que debería seguir, como en su momento fue la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Solo dos países sudamericanos tienen conciencia social y uno de ellos (Venezuela) está sometido a un duro bloqueo comercial a nivel mundial en un complot dirigido por estados Unidos. A los venezolanos no les giran las legales regalías petroleras de PDVSA y no les entregan artículos esenciales de medicina ni de higiene. China y Rusia han sido decisivos para que el gobierno socialista pueda paliar la crisis de la población. En la Patria de Bolívar los sindicatos y las organizaciones populares son una correa de transmisión entre un Estado presente y las grandes masas de trabajadores que luchan en un mercado reducido a la fuerza desde afuera.
En países neoliberales como Chile, Perú, Paraguay y Colombia todo seguirá peor. En tiempos “normales” no pudieron consolidarse los sindicatos como organizaciones ni la conciencia de los trabajadores en cuanto a la defensa de sus derechos. Igual que en Estados Unidos están resignados a su marginalidad, que seguramente de ahora en más será peor.
Más de un filósofo o analista político ha advertido del peligro de las revoluciones inconclusas o interrumpidas por la fuerza. En ese rubro hay que poner la tibieza de tres años de Gobierno del Frente Amplio en Uruguay. En quince años no pudieron profundizar los derechos laborales y la llegada de Luis Lacalle Pou invitando a todos los evasores del mundo a radicarse en la República Oriental solo promete un lustro más de retraso y precariedad.
En Brasil, tres gestiones y media del Partido de los Trabajadores (PT) fueron interrumpidas por un golpe de Estado de la oligarquía blanca que con todas las arbitrariedades judiciales imaginadas y dirigidas por Sergio Moro permitieron la llegada del nazi Jair Bolsonaro al poder. Su única propuesta en la crisis de pandemia fue dejar de pagar los sueldos por cuatro meses. Ante la sorpresa de propios y extraños solo dijo “por lo menos no los despiden”. Eso y la esclavitud de la que tanto sabe ese país es lo mismo.
En Bolivia un golpe de Estado dirigido por la Embajada de Estados Unidos y realizado nuevamente por unas Fuerzas Armadas que avergüenzan nuevamente a los uniformados del continente han desarmado todos los planes sociales que había diseñado Evo Morales. Pero además, suspendieron las leyes laborales que con gran esfuerzo político y cultural trató de instaurar el Movimiento al Socialismo (MAS). La dictadora Añez dijo que su dictadura es para “educar” a la población.
En algunos países los despidos son expeditivos, como en Estados Unidos donde en solo un mes fueron despedidos 26 millones de personas. En Alemania ya comenzaron los despidos y si la crisis de aislamiento social se prolonga un poco más no habrá red de contención desde en Estado conservador. Y si los germanos tienen la economía más sólida del continente europeo es fácil imaginar lo que le espera al resto. Su habitual rival francés estaba en plena crisis social antes de la cuarentena. Todo se había caído desde las represiones a los chalecos amarillos. Emmanuel Macron recortó derechos sociales y jubilaciones. Seguramente no volverá a restaurarlas después del COVID-19 porque la recesión que se avecina es la excusa perfecta para justificar la indolencia neoliberal. En procesos similares estarán España e Italia que cuentan a sus muertos de a diez miles.
Los titulares de los diarios solo hablan de mercados, importaciones y exportaciones. Los centros de investigación académica se dedican a la educación, pero la clase trabajadora es una asignatura pendiente. Antes de la pandemia en Argentina los trabajadores no registrados llegaban al 35 %. Probablemente esa cifra llegue a un pico superior. Entonces, este gobierno que ha demostrado ser imaginativo y ejecutivo en la peor crisis sanitaria del último siglo tendrá que poner la política por delante de las utilidades de las que nos contaminan las ideas de derecha y solucionar ese problema que condena a la marginalidad a millones de personas.
Desde 1889 se conmemora el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los Mártires de Chicago, cuando Estados Unidos masacró a los trabajadores que reclamaban jornadas de 8 horas. Pasó un siglo completo y un tercio del otro y todavía falta demasiado por hacer.

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EDITORIAL | Explicación de la línea editorial de TV Mundus en torno al Coronavirus.
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