EDITORIAL – Régimen | Macri habría logrado apagar el motor del helicóptero.

Redaccion diciembre 24, 2018 0 Comment

Awada subiendo en el helicóptero presidencial que la trajo desde Punta del Este.

“Cualquier gobierno que hubiera hecho el ajuste que hicimos nosotros habría caido”.
(Declaración del Ministro de Economía de la Nación Nicolás Dujovne durante los actos del 50º Aniversario de la Comisión Nacional de Valores a mediados de noviembre de 2018).

El 20 de diciembre de 2001, con varios muertos en las calles a manos de las fuerzas uniformadas por el techo de la Casa Rosada y en helicóptero se marchó el Presidente Fernando De la Rúa. Un día después el Congreso le aceptaba la renuncia.

Por Daniel do Campo Spada
(TV Mundus)

Mauricio Macri concluyó su tercer año muy lejos de los pronósticos iniciales de ingobernabilidad. En el primer año, la mitad del país mantenía encendida la esperanza de un helicóptero en marcha que saliera por el techo de la Casa Rosada. La expectativa de terminar con el régimen antes que el daño sea mucho más grande se mantuvo intacto hasta las elecciones parlamentarias de 2017. El triunfo en la mayoría de los distritos hizo que el macrismo acelerara aún más, a sabiendas que la opinión pública responde dócilmente a la manipulación mediática. Para ello contó además con serviles falsos opositores dispuestos a limpiar el felpudo de la posdemocracia (Pichetto, Bossio, Lavagna (h) y Massa entre otros). El círculo estaba cerrado y goza de buena salud para desgracia de la Argentina.

Con apenas unos $ 4 mil en cada cuenta de los beneficiarios sociales (apenas una compra y media en un supermercado) la Casa Rosada mantuvo tranquilos a los movimientos sociales que le garantizaron cuatro navidades tranquilas a Macri. Ni siquiera Cristina Fernández tuvo esa suerte.
Los funcionarios del Ministerio de Acción Social, provenientes de sectores socioeconómicos altos (el 80 % vive entre Vicente López y San Isidro) desde el primer día dijeron que algún día la protesta se iba a fatigar. Para ello no dudaron en aplicar palos y gases de goma en varias ocasiones, en acciones que la población olvida rápidamente o escasamente registra. Apenas queda la marca física y psicológica en los cuerpos de las víctimas y sus familias. El resto de la ciudadanía se comporta mayoritariamente en forma indiferente o no. Llevamos tres años con presos políticos y nadie parece inquietarse.
Los estudios socio-políticos hablan de una sociedad dividida en tercios. Seguramente no es tan exacto, pero sí sirve para explicar. Un tercio disfruta de la violencia del régimen hacia el otro (claro, nunca hacia ellos aunque compartan clase social o demanda con el agredido). Otro tercio concientizado, peocupado y activo en la recuperación de la democracia que perdimos en 2015 y que nunca bajó los brazos. Y otro “tercio” compuesto por los que dicen “yo me banco mi trabajo” y que solo miran su ombligo sin distinguir que “su” suerte va de la mano de a suerte colectiva.
Ahora bien. Tenemos una sociedad con una grieta insalvable por varias décadas. El país ha quedado fracturado con una herida que dificilmente se pueda curar por varias generaciones. La derecha logró reinstalar la disyuntiva “peronismo pueblo vs burguesía clasemediera extranjerizante” y no va a ser fácil salir de ahí. Quizás por una cuestión de edad del que esto escribe, nuestros pronósticos son mayoritariamente pesimistas. Esta división del país solo se salvará cuando una de las partes nos lleve a un lado o al otro. O la dignidad de pueblos que luchan por su revolución como Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua o El Salvador (¿es muy temprano para incluir en esta lista a México?), o bien la resignación transgeneracional de pobres que besan los zapatos de las clases altas como ocurre en el resto de América Latina (con la flamante incorporación de las democracias perdidas en Ecuador y Brasil).

La grieta fue hecha gracias a dos cosas. Por un lado el costado egoista de la mayoría de las personas y por el otro el mensaje dominante de los medios masivos de comunicación. Lo primero se lo vamos a dejar a los filósofos y psicólogos, pero en lo segundo nos vamos a permitir unas líneas.
Queda muy claro que el régimen de Mauricio Macri se logró instalar en base a un mensaje de odio de la población hacia todo aquel “que les diera algo” por supuesto “con nuestra plata”. Populismo es dar migajas en los planes sociales o en la Asignación Universal por Hijo (AUH), pero parece que no lo es cuando a los grandes terratenientes se les subvenciona el gasoil para sus máquinas y encima no se les cobra impuestos en las exportaciones. Dicho de otra forma, usan nuestro suelo y nuestro medio ambiente en beneficio de unos pocos que para peor lo depositan en guaridas fiscales extranjeras (“offshore”). Para eso fueron útiles desde el showman Jorge Lanata hasta la perenne conductora Mirta Legrand pasando por la sonrisa de plástico de Mariana Fabiani en los onmipresentes Canal 13, TN y radio Mitre cuando no los diarios Clarín y La Nación.
La primer acción, hecha con toda la violencia discursiva posible fue allanar la sede de AFSCA y dar por tierra con la Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual. La ley más debatida en la historia argentina fue derogada por un mísero Decreto de Mauricio Macri, dando libertad total a la concentración mediática que ya existía y que se profundizó al otorgarle además el control de Telecom a Clarín. El círculo audiovisual está cerrado en manos del gran sostén del régimen de Cambiemos.
En materia de diarios, uno de los ejes de la última década de la democracia fue el origen espurio de la propiedad de Papel Prensa, principal fabricante de papel para diarios en Argentina. Clarín y La Nación recibieron de las manos ensangrentadas del dictador Jorge Videla la llave del control del principal insumo para la gráfica. En el Gobierno peronista de Cristina Fernández se logró democratizar el acceso al considerarlo de interés público. De esta forma, ni el precio ni el volumen de las entregas podría ser manejado en forma arbitraria por los dos matutinos porteños de ultraderecha. De apuro en extraordinarias en la última sesión de diciembre de 2018, dos “opositores” hicieron una ley de apenas dos artículos que deroga aquella ley. Diego Bossio, quien está apretado por informaciones personales (más de carácter íntimo que público) y Marco Lavagna (a quien le promnetieron prensa para la candidatura de su padre Roberto Lavagna) se pusieron al frente de derrumbar uno de los pocos vestigios democráticos que quedaban. El servil Senador Miguel Ángel Pichetto lo cerró en la Cámara Alta.
Repasando tenemos que controlan el campo audiovisual mucho más extendidamente que antes y cerraron la puerta al cambio de dominio en la prensa gráfica. Adiós libertad de prensa. Escasamente quedamos medios pequeños entre los que hay que incluir a TV Mundus. Muy poco para los tanques que dispone el régimen.
Si la grieta y el odio transgeneracional que han instalado lo hicieron con menos poder del que hoy cuentan, ahora están en condiciones de sostener a un gobierno que cada día avanza un poco más en la quita de derechos adquiridos por la población a lo largo de la historia. Endeudan vilmente al país y cierran colegios, fábricas, comercios, quitan jubilaciones, entrega de computadoras y libros suspendidas, etc, etc. No hay libertad de prensa ni de pensamiento (porque sutilmente despiden a los que no se adapten) y desde Milagro Sala para acá hay presos políticos en una lista a la que en 2019 Macri quiere incorporar a Cristina Fernández, principal líder opositora y última Presidenta de la democracia.