EDITORIAL – Trabajadores | Los sindicalistas macristas empiezan a quedar aislados en el movimiento obrero.

Redaccion febrero 04, 2018 0 Comment

Macri con Daer (Sanidad), Martínez (UOCRA), Rodríguez (UPCN) y Fernández (UTA).

Por Daniel do Campo Spada

Era inconcebible que algunos sindicalistas apoyaran a un gobierno de la patronal. Sin embargo el camionero Hugo Moyano, el fallecido “Momo” Venegas de campesinos y el gastronómico Luis Barrionuevo impulsaron el gran error histórico de una presidencia de las clases altas que ha llegado por medio de las urnas. No fueron los únicos. Mauricio Macri en la Casa Rosada es un retroceso que nos ha costado la democracia que se interrumpió el 7 de diciembre de 2017. Aunque en esta nota nos vamos a concentrar solo en los sindicalistas ante el jurado de la historia también tendrán que dar explicaciones los que se autodenominan “radicales”.
A Cristina Fernández, la última Presidenta de raíz peronista le hicieron cinco paros nacionales solo por reclamar la injusta retención llamada “impuesto a las ganancias”. Pero atendiendo que era un gobierno popular la presión fue demasiada y capitalizada por los políticos de derecha como Sergio Massa y posteriormente Macri. Los medios de comunicación hegemónicos se dieron su agosto mostrando el poder de fuego de los sindicalistas contra… un gobierno justicialista.
Macri llegó al poder contra la mayoría de los pronósticos. Incluso el nuestro y a partir de allí la billetera del Estado completó la tarea. La CGT dejó en libertad de acción a un Hugo Moyano que se mostraba victorioso de haberle quebrado el brazo al anterior gobierno y desde ahí se dedicaba a las “tranquilas” lides del mundo del fútbol. Hoy es el Presidente del Club Atlético Independiente, uno de los más importantes del país. Así como el primer mandatario venía del fútbol este iba hacia allí.
Y llegó la CGT más dócil que se conozca desde 1981 en adelante. Ni en la dictadura fueron tan serviles a los salones del Palacio presidencial. Un triunvirato irresoluto compuesto por Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento), Carlos Acuña (estacioneros) y Héctor Daer (Sanidad), rodeados de Andrés Rodríguez (Unión del Personal Civil de la Nación -UPCN) y Sergio Martínez (UOCRA Nacional). En el mismo estado de tibieza se arrimaban Omar Viviani (taxistas), Antonio Caló (UOM), Roberto Fernández (UTA) y Ricardo Pignanelli (SMATA).

Macri no puede evitar su pertenencia a la clase empresaria.

Aunque no es la primera vez que el sindicalismo juega de oficialista (esto paso incluso antes del peronismo, tras los golpes de 1955 y 1976 y tras el cambio de gobierno de 2015) en este caso Mauricio Macri no está logrando conservar ese plus que le da manejar la chequera. De a uno y en fila se van pasando al bando opositor, por convicción, revancha o simple ajuste de cuentas.
Macri es empresario y multimillonario y no piensa traicionar a su historia ni a su clase, algo que sí estuvieron dispuestos a hacer algunos gremialistas. Por eso empezó a correr judicialmente a Hugo Moyano, quien estaba dejando el sindicato de camioneros a su hijo Pablo. Apelando a las mismas artimañas informativas que no se han podido completar en diez años (porque empezaron a pegarle con las mismas acusaciones cuando aún era aliado del gobierno peronista de inclinación kirchnerista).
Curiosamente ello se extendió a quienes fueron los principales “olfas” del neoliberalismo (con quien se encuentran bastante cómodos porque además son derechistas) como es el caso fundamentalmente de Luis Barrionuevo. Quien lo había invitado los primero de mayo a comer con los muchachos gastronómicos lo llamó “tilingo” y empezó a desmerecerlo. Por fin parecían brotar las diferencias de clase que no pueden unir nunca a alguien del PRO con los trabajadores. En una “cumbre” en Mar del Plata en la que estaban estos dos dirigentes decidieron empezar un plan de lucha para frenar al Gobierno en sus planes de destruir al movimiento obrero. Habían pàsado más de dos años, pero nunca es tarde. En esa reunión estuvo invitado Sergio Palazzo (La Bancaria), líder de la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT). Era el puente hacia los sectores que siempre lucharon contra el derrumbe PROcesista.
A los pocos días en un plenario en la Confederación General de los Trabajadores (CGT) se reunieron el triunvirato menos Héctor Daer (decididamente macrista), Moyano, Barrionuevo y la sorpresa de dos invitados referentes de la CTA de los Trabajadores como su Secretario General Hugo Yasky y el líder del SUTEBA (mayor gremio educativo del país) Roberto Baradel. A los pocos días Pablo Moyano se sacaba una foto con Daniel Catalano (el más prometedor dirigente de los estatales de ATE). El arco ya estaba abierto y a diferencia de la CGT oficialista que mereció el ataque de trescientas mil personas con robo del atril incluido el histórico grito de “poné la fecha, la puta que te parió” el jueves 22 de febrero a la vista.
A Viviani (taxistas) le legalizó la ultraprivada internacional UBER y su gremio pierde trabajo día a día. A Pignanelli (SMATA) le ha bajado el trabajo en las terminales automotrices ya que el aluvión de importados absorbió el trabajo de los mecánicos argentinos y encima la justicia le allanó la sede de la Avendida Belgrano como consecuencia de su pelea con el ex Diputado Romero. Mientras que Caló guarda un sospechoso silencio a pesar de la pérdida de más de 10.000 puestos de trabajo en su gremio al cerrar las empresas de tecnología en la Patagonia, Omar Gutiérrez (UOM -Quilmes) se convirtió en la cara visible oponiéndose a las políticas neoliberales y así sucesivamente. Por supuesto quedan firmes junto al gobierno de los CEOS los lìderes de UPCN (Rodríguez), UOCRA (Martínez, a quien le van encarcelando los líderes regionales que le hagan sombra) y el ex massista y ahora macrista Héctor Daer (Sanidad) quien ya no participa de la conducción de la CGT.
Lo que empezó siendo una convocatoria del gremio de camioneros por una persecusión personalizada en los Moyano se fue abriendo y hora a hora se va convirtiendo en la gran marcha opositora que jamás imaginó Macri a cuatro meses de su último triunfo electoral. Por eso muchos dirigentes que se enamoraron de su patronal empiezan a retornar al campo opositor como podría ser de otra manera.