EDITORIAL – México | La sangre corre a mares en las tierras aztecas.
FOTOS: LA JORNADA (MÉXICO)
Por Daniel do Campo Spada
México es territorio en guerra. Desde hace quince años, cuando el capitalismo más salvaje se instaló en formato de libertad de mercado en alianza con Estados Unidos y Canadá, un grupo de indígenas nativos de la zona de Chiapas, al sur del país llamaron la atención del mundo con el Ejército Zapatista. Al poco tiempo, se retiraron de la opinión pública y los medios aún a pesar de lo publicitada que fue la figura del Subcomandante Marcos. A partir de allí, nos fuimos olvidando de un territorio “que está tan lejos de Dios y tan cerca de los norteamericanos”. La edición de La Jornada (edición del DF) del 21 de enero cubre en cuatro páginas cómo en un mismo día mueren por ajusticiamiento 34 personas en distintos poblados de Michoacán. La violencia se ha naturalizado de tal forma que al narcotráfico y sus carteles y bandas armadas ahora se le agregan los paramilitares llamados Autodefensas, mientras el Ejército nacional y la Policía Federal llegan tarde a todos lados. El Presidente (del Partido Revolucionario Institucional – PRI), Enrique Peña Nieto lo ve por televisión pero está lejos de manejar el poder de las armas que se palpa en las calles.
Michoacán. El final de la historia.
Empecemos por el final de la historia, ya que comenzó hace casi dos décadas. Los ciudadanos cansados de la violencia del narcotráfico toleran y hasta apoyan una suerte de sicarios privados paramilitares llamados “autodefensas”. Algunos gestos (como la devolución de granjas a sus dueños anteriores a quienes los narcos se las habían arrebatado matando a los propios familiares de todo aquel que se resistiera) les dan popularidad y una legitimidad tal que deja en total fragilidad la estabilidad institucional del país. Cuando tras los enfrentamientos entre el Cartel de Los Templarios y las Autodefensas alcanzó dimensiones considerables recién pusieron en marcha los camiones con los que llegan las tropas del Ejército y de la Policía federales. “¿Y recién ahora llegan?” parece decir la población que hasta allí se encontró indefensa ante una violencia armada cada vez más sanguinaria.
Las Autodefensas, también llamados “los comunitarios” son organizaciones irregulares que se financian con dinero de dudoso origen, contratando y entrenando a muchos de los jóvenes (y no tanto) que han sido desplazados por las políticas económicas del neoliberalismo ya en los 90. De esa capa de marginales se nutre José Manuel Mireles, líder de supuestos ciudadanos hartos de que nadie los proteja. Sin embargo, reiterados viajes de este individuo de oscuro pasado hacia Jalisco (según revela la edición Jalisco de La Jornada) hace creer que otro cartel, enemigo de Los Templarios que tenían pie en Michoacán, financia esta lucha para debilitarlos. El grupo Jalisco Nueva Generación estaría detrás de esta novedosa forma de combatir contra un rival en el tráfico de drogas que por el oeste ingresa desde Colombia e ingresa por la porosa frontera terrestre a los Estados Unidos (máximo consumidor mundial).
En diciembre de 2013 los comunitarios desarmaron a la policía de Parácuaro en castigo por no hacer nada contra Los Templarios y desde allí tomaron más de 25 pueblos (en una cifra muy difícil de confirmar ya que las fuentes oficiales se empeñan en desmentirlo) de la zona michoacana, fundamentalmente Tierras Calientes. Incluso el Gobernador Fausto Vallejo recibió a la conducción de las Autodefensas en Morelia, capital del Estado. Sin fuerzas de choque propias, la autoridad política quedó encerrado en la impotencia. Solo puedo coordinar la llegada del Estado federal con tropas del ejército que llegó luego de que empezaron a avanzar los grupos paramilitares, pero que no parecieron estar preocupados cuando los narcos eran los que controlaban las calles.
Dentro del operativo dispuesto por el Gobierno Nacional en el Distrito Federal, se designó a Miguel Ángel Osorio Chong como Secretario de Gobernación (SEGOB) en lo que parece por momentos haberse convertido en una intervención disimulada. Mientras el enviado de la capital tiene recursos y tropas bajo sus órdenes, el Gobernador no dispone ni de su policía ya que la misma fue desarmada por la Federal.
Los comunitarios fueron invitados a desmovilizarse y retornar a sus actividades cotidianas, invitando incluso a aquellos que sientan que las armas es su forma de vida a incorporarse al Ejército o a la Policía tras un breve entrenamiento. Sin embargo, estos (que se mueven en camionetas particulares con pintadas identificatorias en tiza con agua) dijeron que solo cesarán su lucha si ven caer muertos a las cabezas de Los Templarios.
Quienes son los actores.
Las Autodefensas son grupos de civiles armados (muy bien equipados como todos los que intervienen en esta historia) que supuestamente se defienden de los atropellos que cometen desde hace años la organización Los Templarios dedicados al narcotráfico, la prostitución y el contrabando. A cada uno de sus integrantes les pagan de $ 200 a $ 500 por patrullar las calles e intervenir en combates, nutriéndose no solo de aquellos que les encanta la vida de los sicarios sino además de desocupados y marginales varios.
Los Templarios, en un primer momento, fueron como los comunitarios. Reclutando a hijos de las familias de las zonas, buscaban desplazar al Cartel del Golfo. La organización delictiva de Los Zetas entrenó y financió a los jóvenes que se llamaron La Familia de Michoacán. Una vez que estos últimos se sintieron fuerte y tras echar a los primeros, la emprendieron contra sus creadores. El pueblo creyó que se había liberado del yugo mafioso, pero todo iba a ser igual. Cuando los michoacanos vieron que tenían todo en sus manos quisieron apoderarse de todo. Al tiempo que mudaron su nombre al de Los Templarios sometieron vida y hacienda de sus vecinos, hasta que en el último trimestre de 2013 irrumpieron las Autodefensas. Todos temen que el círculo vuelva a empezar una vez que se apropien del territorio.
El Estado parece estar ausente. Tiene tantos focos de combate en todo el territorio mexicano que no da abasto. Incluso, gran parte de su personal mejor calificado termina siendo reclutado por los carteles del narcotráfico, con muchos recursos (y en algunos casos mejor equipados que las fuerzas nacionales). Cuando arriba a una zona en conflicto no solo no es apreciado por los locales sino que además confunde (o eso es lo que usa como excusa) a los grupos atacando a algunos sí y a otros no cuando debiera ser a la inversa. La primera medida que adoptaron en Michoacán fue desarmar a la policía y dejarla en situación de reentrenamiento y pruebas de confiabilidad (que consisten en analizar sus legajos).
El Presidente se encuentra molesto con la guerra al narcotráfico porque le distrae de los focos de las cámaras que tanto le gustan y que lo han llevado al poder de la mano del poder que Televisa tiene en la opinión pública. Teme que los problemas en la zona oeste del país terminen desgastándolo como a Felipe Calderón su antecesor mandatario del ahora opositor PAN. Alfredo Castillo Cervantes, su delegado, teme que los comunitarios sean el germen de un nuevo cártel, que se agregarían a los ya conocidos de Sinaloa, del Golfo, Los Zetas y otros menores pero todos con estructuras similares basados en la delincuencia organizada y el dominio territorial.
¿Cuando termina todo?
El problema empezó hace 20 años cuando el neoliberalismo hizo estragos en las redes de contención social y se instaló el individualismo. Nada ha cambiado. Por el contrario, después de dos décadas de destrucción pocas son las alternativas dignas que ofrece la que alguna vez (durante unos años) fue la primera economía latinoamericana (por delante de Brasil, ahora primero y la Argentina, tercera). El narco ofrece una vida estable para todos los que estén dispuestos a convertirse en sicarios. Probablemente no lleguen a viejos, pero mientras vivan tendrán un auto y algo de dinero a su disposición.
Un viejo adagio indica que la primera víctima de una guerra es la verdad y eso parece estar pasando en México. En un mismo día pueden contradecirse algunos diarios diciendo quien tiene el control de hasta veinte municipios. Mientras para algunos lo tienen las Autodefensas, para otros lo tiene el ejército. En el medio, vive (o sobrevive) el pueblo mexicano.
do Campo Spada, 2013 (C)
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ENERO 2014-01-23
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