REGIÓN – Venezuela | “Ayuda a otros a no caerse, o a levantarse”: 9 notas post-electorales

Venezuela_9razonesPor Diego Sequera
(Misión Verdad)

¿Qué viene ahora? ¿Pa qué carajo es que sirvo yo ahorita? ¿Qué me tengo que decir y qué le digo a los demás en este paisaje? ¿Por dónde viene el paraguas ese que llaman derecha? ¿Quién bajó la instrucción de mandarlos a bajarle dos a la euforia que cargaban algunos?
No se trata de voltear la espalda al mundo moderno y sus costumbres. No se trata de emprender una fuga (…) a la Edad Media. Es más bien que Dante avanza hacia nosotros. Y en el purgatorio propio del mundo moderno, creado y mantenido por el capitalismo corporativo, cada injusticia se fundamenta en esa moderna visión unilineal del tiempo, para la cual la única relación concebible es aquella entre la causa y el efecto. En contraste con eso, en desafío a eso, el “acto sincrónico único” es amar.

John Berger

Este servidor optó por callarse en la medida de lo posible, escuchar y leer estos días para ver si de alguna forma le alcanzaba el feeling del momento, además de procesar lo correspondiente. De ese ejercicio individual sale este artículo multipropósito. Se vale leerlo por separado o en su conjunto. Ojalá sirva de algo, ante tanta pontificadera.

1. Yo con el momento y el momento con yo: leal a mi derrota

Muchos nos acostumbramos a ver y vivir lo extraordianrio. Incluso en sus momentos de excepción más antiespectaculares. Y quizás somos los mismos que por el peso de esa costumbre perdimos (¿y perdemos?) el carácter dolorosamente diferente de la derrota. La derrota también es extraordinaria. No sólo en tanto acicate que le cambia el rumbo a lo que se venía constituyendo (rellene usted aquí lo que crea al respecto) y que se compone en lo concreto, sino también como sentimiento colectivo de una suma de adherentes, una comunidad, que se identifica con el proyecto histórico, con lo que hereda, con sus señas profundas y sus símbolos, con sus a pesar de tanta mierda y las causas de esa mierda.
El indiscutible cierre (por ahora asumir otro punto de partida en la dialéctica de la continuidad, en el tránsito del tiempo histórico) de un ciclo en el que se han tocado todas las fibras, internas y externas en el marco social que nos ha tocado hasta ahora, pareciera haber llegado a un límite, y ante la presente turbulencia, el desafío de andar e interrogar, de mantener el pulso e identificar con mayor apertura absolutamente todos los factores que inflingen los coñazos, en orden de gravedad, se tendrá que combinar con el resistir puro y duro. Pero tampoco aquí, más allá de elemento de superficie, voy a hablar de la corrupción, más cuando otros han dado con aspectos medulares.
Supongo que para los tiempos en que hace falta modestia lo primero es tomar precausiones contra la epidemia de altura moral que ahora asola por todos lados. Suficiente ya se ha venido diciendo por las causas de superficie. Que los criticólogos me perdonen por no obedecer en este artículo a esa desteída política de rocola que exige un proverbio o algún versículo autocrítico, o porque no hable de la ineficacia, los miedos o el idiotismo político de un grueso del funcionariado; esa debería ser su tarea, y tampoco es que la hacen muy bien. Insisto: propongo otra vía en este momento. Parto vallejianamente de eso que dice que “no hay más racional error que tu experiencia”.
Dicho esto, ante esta nueva disrupción del momento, hasta amar a la derrota es mantener la sintonía, el “iré”, para seguir amando al país. No solamente una pajúa redistribución de culpas que exponen otra vez más a la política a una suerte de valor de cambio, una mercancía. Y no me tomo la molestia en este artículo de hablar de los militantes de la corrupción y lo peor del buhonerismo discursivo; en tanto lo peor que tiene el buhonerismo, y lo peor que también carga encima lo discursivo. Alguien dijo que gestión también es discurso, y tiene razón.
A pesar del estado de agotamiento que no ha permitido ver o recordar siquiera las victorias políticas que se granjearon en su momento, no sobra recordar: la movilización contra el decreto Obama, la voluntad expresada de forma mayoritaria de no apelar a la coñiza general y los dispositivos de la guerra, la resistencia de 2014 con revolución de colores/agenda golpista derrotada, las dificultades de 2013 en su conjunto.

A Venezuela le cayeron las siete plagas de la guerra asimétrica

A Venezuela le cayeron como nunca en su historia las siete plagas de la guerra asimétrica. Esto no desdice tampoco la obscena consolidación de la múltiple madeja de costumbres que se han desarrollado en tiempos de crisis. Pero una también alimenta a la otra y facilita condiciones. El deseo de ver una sola de estas aristas corre por cuenta de cada quien.
Dicho todo esto, en este instante nos está faltando ser solidarios con nosotros mismos, dejando, aunque sea por un instante, la pelea entre las tendencias que verdaderamente entrañan una preocupación genuina por el país y su destino, por el proyecto, por la vía para enderezar el entuerto y volver a los elementos arteriales que estaban cambiando el rumbo de la historia con tanta amplitud, con tan innegable amplitud. Que sino mira las de coñiza que nos están dando internacionalmente, y quiénes.
Así establezco yo la base de mi marco moral.

2. Confesión mínima e instantánea de un derrotado

Al día siguiente, el 7, con la respectiva horrible resaca política, bajé a la avenida por donde me estaba quedando, y por supuesto ahí estaba la misma cola lenta, insoportable e insolada del Día Día. Pero por primera vez al verla, a diferencia de todas las oportunidades anteriores, la noción de carga que de algún modo se aligeró, me constató la sensación de la derrota. El hecho de que no tuve que blandir una vez más las motivaciones por las que todavía estoy con el Gobierno y con el chavismo porque la noche anterior había sido derrotado causó ese extraño y momentáneo efecto. Por un momento, poder bajar la guardia fue también despejar pa lo que viene.

3. La banalización de la guerra o la batalla por el relato

El bazar navideño del “pensamiento crítico” y en particular las aristas del “telodijismo” y la petulancia analítica del “banálisis” que se lanzan de este lado de aporrea aplanando, machacando, y armonizando con la banalización política general, sobre todo a partir de la primera señal que dio el Presidente respecto a las causas de la derrota: la guerra, que es mucho más que económica, fue la victoriosa. Esa noción, tanto por abstracta como por voluntad de autocompasión estética-ideológica, mediante la banalidad del bien, la vuelven inexistente en el pensar. Pero ahí está.
A falta de un llorado mea culpa donde la primera palabra de Nicolás sea “perdimos por mi culpa; ustedes siempre tuvieron la razón”. De ahí en adelante, la celebración teórica alcanzó cotas insólitas de comulgación con los argumentos de la MUD, es decir de la red de redes de la mediocracia global contra Venezuela. Según ellos no existen los factores de la guerra y todas las causas son exclusivamente síntoma de los malos procederes del Gobierno. Exclusivamente.
“Venezuela ha sido la última víctima de esa escandalosa inmoralidad del ‘orden mundial’ actual que asiste impertérrito a una agresión no convencional sobre un tercer país con el propósito de derrocar a un gobierno satanizado como enemigo. Si esto sigue siendo aceptado por la comunidad internacional y sus órganos de gobernanza global, ¿qué país podrá garantizar para sus ciudadanos ‘elecciones libres’?”, dijo Atilio Borón.

¿Es sólo Nicolás Maduro el que tiene que rendir cuentas de la derrota?

¿Es sólo Nicolás Maduro el que tiene que rendir cuentas de la derrota? ¿A tal punto se manifiestan los alejamientos de lo público, lo político y el lugar de incidencia que todo el mundo sigue portando en su quehacer, empezando por quienes se asumen así de constituyentotes? ¿Y esa fragmentación no es también producto y síntoma de la guerra perceptiva en curso? ¿Hay tiempo para ciertos principismos cuando toca enfrentar en primer lugar al fascismo para sostener la línea? ¿Por dónde empieza la movilización que se adapte a este momento político más allá de la repetición de formatos que obligatoriamente harán que se repita lo mismo que hasta ahora se ha repetido frente a la derrota y el rumbo?
Mientras tanto, en el proceso de reacomodo, la guerra continúa, ahora con la aparición paulatina de productos y el resurgir de la línea dura de los gremios del corretaje neoliberal.

4. Autocriticar al otro

Al revisar lo que se ha dicho en estos días tomo tres posiciones ante el problema de la actualidad: el del frío sociólogo que en su dicción y desprecio guarda el mismo principio de relación que tiene el anestesiólogo con el anestesiado; el otro cuya “propuesta” apunta hacia una suerte de abismo libertario-destituyente mientras deja traslucir que confunde tomar La Bastilla con tomarse la pastilla vistiendo al santo con los colores de su antojo; o el niñato mártir de outlet que alcanza cotas de flagelo sado para alcanzar la santidad revolucionaria cuando cree que vivir bien es una estupidez. No me ayuden, compadres.
O tal vez el director de la página web del chavismo con mayor nivel de exposición, un programa de televisión y demás juguetes que junto a su megalomanía es el primero en tachar de “pataleta” las primeras declaraciones de Maduro, autocriticando a raquel y todo aquel, mientras que a sí mismo se autopromociona como el sin caída. Algunos idiotas llegaron al extremo de decretar “el canto del cisne” de la Revolución Bolivariana al día siguiente rematando la cuajada de los últimos días de su pensamiento crítico de fin de ciclo, fusilándose, de paso, el título de una obra de teatro de Chéjov que consiste en el último monólogo de un actor. Lo que se convirtió en tradición de despedida profesional en el mundo del teatro. Y yo tengo que aceptar todo eso. ¿Y hasta cuándo van a joder con tanta ascepcia? ¿Vio quién es quien en realidad se repliega?
Nadie traduce el malestar real desde su propia (y muy limitada) parcela del lenguaje. Ni el oportunismo de alguno, ni el tratamiento idiotizado de “no supimos educar al pueblo”, ni los más retuits que votos de Nícmer y sus mareas, ni Ramos Allup con aires de Robespierre en El Sombrero, ni Chúo en su laberinto, ni Roque Valero ni el intrépido capitán Madroñero. Dentro del mecanismo que señaló la Constitución bolivariana, quien anda arrecho se tradujo solo. Con o sin dispositivo de la guerra.

5. El otro lado de la misma guerra que tú no quieres creer pero que ahí está

El peligro de la lógica de “una sola visión, una sola causa” de la derrota electoral que comulga armónicamente con el discurso de la MUD y sus alrededores se hace manifiesto. Y esto representa una batalla que se extenderá a la cancelación de todo el hecho histórico de la Revolución Bolivariana, de su peso y su indiscutible lugar en el mundo, la constatación de que Venezuela contiene la lucha por el derecho a la historia, que la noción de país que aquí se defiende también va en contra de la aplanadora de la igualación de la “ciudadanía global”, la disolución identitaria del pasado, es decir, de todo nuestro futuro como memoria y como identidad. La biomasa de la guerra que irá reduciendo poblacionalmente a toda soldadesca rasa posible, sin distinguir de dónde proviene.
“La realidad es la realidad, y eso no debería molestarte”
Desde ese punto comienza a instalarse el intento de restauración contra la épica del pueblo venezolano. Y, de la misma forma que el gestor devenido en revolucionario y viceversa, sumergido en la corrupción, se convierte en un arma de guerra, en esa comulgación facilista o parcializada del discurso también grita a favor del relato unívoco del 1% (ahora legitimado como nunca) contra Venezuela. El “canibalismo político” y el “empleo de los contenidos de la derecha en la discusión ideológica” que denunció el comandante Timochenko, como para que los expertos en praxis ajena no tengan tanto que decir, a menos que Timochenko ya se haya polarizado. Otra forma de recordar lo que David Arráez siempre cita de un filósofo ahí: “La realidad es la realidad, y eso no debería molestarte”.
Por lo que las preguntas profundas también deberían pasar por temas que se evaden como los valores, la doctrina, las vías eficaces de presión moral ante la corrupción, la constatación de todos los tiempos que están en juego en cada acto político (frenar y revertir el mal de las colas es un asunto de ya para ya, anticiparse al repertorio de agresiones por venir es algo para pasado mañana, la doctrina y la discusión del proyecto para la semana que viene, por decirlo metafóricamente).

6. La victoria inesperada y las razones de por qué no se sabe en realidad, todavía, lo que viene

Que hayamos fallado en el cálculo final del 6D no cancela los aspectos de la agenda violenta post-electoral. Lo confirma la oligofrenia de la vocería, ellos tampoco se esperaban una victoria de estas proporciones, y se enfrentan al problema que tanto capital político les da más responsabilidad sobre las decisiones de la que querían. Por lo que la inestabilidad también jugaría en su contra.
Así que la velocidad de la pulsión destituyente contra todas las conquistas del chavismo se definirá de acuerdo a la tendencia que La Embajada permita que prevalezca. Como en los meses antes de “La Salida”, en la que se impuso la línea Mari-Poldo, en este momento antes del veredicto cada cual dilapida sus recursos como le parezca le rendirá mayor rédito. Pero no tendrá la última palabra.
De todas las vías anunciadas antes de la campaña, cada una de ellas depende de un tiempo político particular, teniendo la iniciativa desde ahí a partir del año que viene, veremos cuál será la que elijan: no es lo mismo habilitar el revocatorio que reformar y/o derogar leyes orgánicas. Hacerlas al mismo tiempo es suicida incluso para ellos.
Ellos saben cómo llegaron hasta acá, cómo se “alcanzó” esa victoria. Saben a quién le deben. Y le temen.

7. El fin de la seguridad de todo

Por las razones que sean, la omisión de la pata que describe la actual mecánica de los conflictos globales dentro del paisaje venezolano también pasa su factura. “Lo que resulta verdaderamente innegable es que hay en curso una arremetida brutal del imperialismo depredador en todo el planeta, acompañada de una campaña de dominación ideológica sin antecedentes, y del más espantoso despliegue militar y terrorista”, resume Timochenko.
Ese envión de violencia se concentra en este momento en Siria, con la guerra trasnacional y por delegación que la desgarra, el salto a otra zona de alta conflictividad podría ser en cualquier momento y en cualquier dirección mientras entramos en la actual fase de peligro total para la humanidad, sintetizado en la demencia de Occidente. La liquidación de las fronteras, el desmantelamiento nacional, la licuefacción de entidades regidoras como el Estado-nación y la memoria histórica que lo configura viene detrás del borronamiento de las bombas, sean mediáticas o en forma de misil. No es de gratis que hasta El Picure celebre la “victoria”.
El voto sí habló, pero habló solo, sin la compañía de nadie
No hay lugar seguro.

8. La guerra en el lenguaje

La seudodemocracia tuitera ha demostrado que las opiniones son como los culos: todo el mundo tiene uno. El problema está en creer que el culo que se ostenta es como el de la Venus de Milo, inalterable ante el tiempo por su perfección y solidez. Y esos que tanto denuncian “la soberbia” del Gobierno no parecen muy facultados a revisar la suya propia. O siquiera a tener la capacidad de ver el cuadro completo, en vez de guindarse en una partícula de un argumento hasta el vaciamiento total.
Muy habilitados parecen para señalar el “acriticismo” de algunos, pero encaran las circunstancias y asambleas haciendo uso y abuso de los infintivos y convirtiendo todo “programa” en una vulgar declaración de principios, sin cambiar su propia forma igual de fallida de abordar el fracaso, con una evidente incapacidad de enfrentar al fascismo. Una deshonestidad intelectual que ni siquiera es capaz de señalar el lugar hacia dónde se repliega.
Pasa por quitarse la lógica del megáfono de encima y empezar a escuchar de nuevo. Y aceptar que hay lenguajes que no comunican, que no escuchan, que no tocan la fibra directa y que por lo tanto no miden el momento con los instrumentos que la misma realidad ofrece.

9. Exhaltación del individuo

Si la verdad es revolucionaria, entonces ella no estuvo ni en lo que se creía desde el Gobierno, ni en los sectores arriba mencionados; ni en quienes pensaron en “el cambio”. Mucha gente que por ahí votó ya sabe que ganó perdiendo. Si en algo una vez más fallamos fue en recordar la capacidad que se tiene en la calle de procesar hechos, noticias y verdades duras, sin perder el rumbo.
Y si el resultado electoral es el que es, el voto que se manifestó es revolucionario en tanto a que es la verdad más contundente. El voto sí habló, pero habló solo, sin la compañía de nadie.
Dato tal vez para tener en cuenta a la hora de serle leal al momento en el que estamos, y cómo es y por qué vía es que se va a definir de nuevo lo colectivo sin que suene a cualquiera de los palabreríos tan en boga, que también perdieron la batalla. Y comienza por asumir individualmente lo que se tradujo en un revés de todos, para todos.

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