La censura de Madrid no permite hablar de los reyes.

Por Daniel do Campo Spada

Es reiterada nuestra posición de entender como un anacronsmo la existencia en pleno siglo XXI de monarquías. El solo hecho de imaginar que alguien se crea superior a otros (léase súbditos) y que por ello sea mantenido con gastos multimillonarios en medio de sociedades con desocupados y muertos de hambre (como es el caso de España) no logra entrar en ningún plano de racionalidad.
El Senador vasco Iñaki Anasagasti ha publicado un libro aleccionador al respecto (“UNA MONARQUÍA PROTEGIDA POR LA CENSURA”) que muestra como los grandes medios de comunicación de la pequeña península bloquean cualquier tipo de información que hable mal de la casa real. Resabios y regalo póstumo del franquismo los monarcas son el símbolo del atraso conceptual de esa sociedad. Llevados a la categoría de infalibilidad por delegación divina no pueden ser cuestionados por ningún habitante aún en territorios ocupados como Catalunya o Euzkadi.
Como muestra basta un ejemplo. Sin respetar los tiempos judiciales, los dibujantes de la revista de historietas Jueves fueron sancionados con 3.000 euros de multa cada uno por el solo hecho de publicar una viñeta en contra del príncipe hijo de Juan Carlos. Guillermo Torres y Manuel Fontdevila llegaron a la Audiencia y ni siquiera fueron escuchados porque habían osado reírse del príncipe, algo que está prohibido. En la portada, este hacía el amor con su esposa Leticia y la alentaba a aguantar sus embates porque “era la primera vez que iba a ganar dinero trabajando” en alusión a un subsidio que se iba a dar en la Península a las parejas que tuvieran hijos (dada la baja natalidad que tienen).
Los buscadores, incluido Google, acuerdan con los gobiernos la selección de búsqueda y entre esos filtros está el de no encontrar nada en contra de las monarquías en sus idiomas. Por ello es muy difícil saltear el bloqueo para encontrar opiniones en contra de ellos y la única forma en que esto se puede saltear es con productos impresos.
Cuando en Europa se publica algo en contra de los monarcas, de la embajada de los reyes parten presurosos empleados que se quedan con todos los ejemplares disponibles. Por otro lado, entre las monarquías hay acuerdos de cooperación, por lo que en Holanda se encarga la realeza de allí al igual que la de Suecia y así sucesivamente. En ese continente aún quedan doce incluyendo a Andorra, Bélgica, Dinamarca, Liechtenstein, Luxemburgo, Mónaco, Noruega y Gran Bretaña. Una auténtica incongruencia para un territorio del planeta que a pesar de su decadencia se cree avanzado.
Luego de la segunda guerra mundial, en las nuevas regulaciones de las cartas constitucionales quedaron restricciones manifiestas que incluyen tanto hablar mal de Tel Aviv como de sus monarquías. No pasa por el buen gusto ya que nadie prohibió oportunamente las ofensas que han aparecido contra creencias religiosas o los actos de discriminación étnica. Como si fuera un ajuste de mafiosos, el diario pro-monárquico El País de España le pega al Primer Ministro de Italia, Silvio Berlusconi, un abuelo con dinero con apetencias sexuales con niñas menores de edad, por el hecho que desde su multimedios el itálico dejó traslucir las amantes que Juan Carlos de Madrid ha tenido a espaldas de su esposa So fía. Si con esto se busca un entretenimiento no solo es caro (ver la nota al respecto de Parlice Simpson en TV Mundus y ECO Informativo) sino que además demuestra un importante atraso cultural.

do Campo Spada, 2011 (C)
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MARZO 2011-03-19
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