Cancún, Cambio Climático y WikiLeaks

Por Amy Goodman

Cancún, México. Esta semana, se llevan a cabo aquí en Cancún, bajo el auspicio de las Naciones Unidas, negociaciones de vital importancia para revertir el calentamiento global provocado por los seres humanos. Se trata de la primera reunión de gran importancia desde el fracaso de la Cumbre de Copenhague del año pasado y se desarrolla al término de la década más calurosa de que se tenga registro. Aunque es mucho lo que está en juego, las expectativas son muy pocas y según hemos sabido gracias a los cables diplomáticos clasificados publicados por WikiLeaks recientemente, Estados Unidos, el mayor contaminador de la historia del planeta, está involucrado en lo que un periodista ha llamado aquí “un negocio muy, muy sucio.”

Un negocio sucio de verdad. El año pasado en Copenhague, apenas arribó a la ciudad, el Presidente Barak Obama logró aislar del resto de la cumbre a un grupo selecto de países, al que sólo se podía acceder con invitación, para negociar lo que se dio a conocer como el “Acuerdo de Copenhague.” Este acuerdo esboza un plan para que los países “se comprometan” públicamente a reducir las emisiones de carbono, al tiempo que aceptan comprometerse a algún tipo de proceso de verificación. También, según este acuerdo, los países ricos y desarrollados se comprometerían a pagar miles de millones de dólares a países pobres en vías de desarrollo para ayudarlos a adaptarse al cambio climático y para que tengan economías basadas en energías ecológicas en su camino hacia el desarrollo. Puede que esto suene bien, pero en realidad el acuerdo fue diseñado para reemplazar al Protocolo de Kyoto, un tratado vinculante a nivel mundial que cuenta con más de ciento noventa países signatarios. Llama la atención que Estados Unidos nunca lo haya firmado.

Los cables del Departamento de Estado estadounidense publicados por WikiLeaks ayudan a esclarecer lo que sucedió. Uno de los principales críticos de los países desarrollados en la etapa previa a la cumbre de Copenhague fue el Presidente Mohamed Nasheed de la República de Maldivas, un país formado por pequeñas islas en el Océano Índico, quien finalmente suscribió el Acuerdo de Copenhague. Un memorando secreto del Departamento de Estado de EE.UU. filtrado a través de WikiLeaks, fechado 10 de febrero de 2010, resume las consultas que hizo el entonces recientemente nombrado embajador de Maldivas en Estados Unidos, Abdul Ghafoor Mohamed. El memorando informa que durante su encuentro con el enviado especial adjunto de Estados Unidos para el cambio climático Jonathan Pershing, el embajador dijo:

“A Maldivas le gustaría que los países pequeños como Maldivas que están en la primera línea del debate sobre el cambio climático, reciban una ayuda concreta por parte de las economías mayores. De esa manera, otros países se darían cuenta de que pueden obtener ventajas a partir de su expresión de conformidad”. Mohamed pidió cincuenta millones de dólares para desarrollar proyectos tendientes a proteger Maldivas del aumento del nivel del mar.

Pershing figura en un memorando relacionado al de Maldivas, y fechado una semana después, que refiere a una reunión que tuvo con Connie Hedegaard, Comisaria Europea de Acción por el Clima que desempeñó un papel clave en Copenhague, al igual que ahora en Cancún. Según el memorando “Hedegaard sugirió que los países de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS, por sus silgas en inglés) ‘podrían ser nuestros mejores aliados’ ya que necesitan financiamiento.” En otro memorando, fechado 17 de febrero de 2010, se informó que “HEDEGAARD respondió que debemos hacer algo respecto a los países que no cooperan, como Venezuela o Bolivia.” Las declaraciones provenían de una reunión con el Asesor Adjunto de Seguridad Nacional para Asuntos Económicos Internacionales Michael Froman. El memorando continúa diciendo: “Froman estuvo de acuerdo en que necesitamos neutralizar, cooptar o marginar a estos y otros países como Nicaragua, Cuba o Ecuador.”

El mensaje es claro: Si juegan con Estados Unidos, recibirán ayuda. Si se oponen, recibirán castigo.

Aquí, en Cancún, pregunté a Jonathan Pershing y al principal negociador estadounidense y enviado especial para el cambio climático Todd Stern acerca de los memorandos y acerca de si el papel de Estados Unidos equivalía a soborno o democracia: “Se discute mucho aquí, dentro y fuera de la cumbre, acerca de la coerción que se ejerce tanto para que los países firmen el acuerdo como para castigar a aquellos que no lo firman, como Bolivia y Ecuador. La pregunta que va y viene es: ‘¿Esto es soborno o democracia?’ ¿Qué podemos esperar de esto? ¿Cuáles son sus comentarios acerca de las publicaciones de WikiLeaks?”

Stern respondió: “Acerca de las publicaciones de WikiLeaks, en sí mismas, no tengo comentarios, es la postura del gobierno de Estados Unidos. En relación a su pregunta más amplia, le contaré una breve anécdota. Ha de recordarse una de las intervenciones más enérgicas, elocuentes y fuertes de la noche final de la Cumbre de Copenhague del año pasado, cuando el ministro de Noruega, Eric Solheim, se puso de pie tras haber sido acusado directamente de que Noruega incurría en soborno por ser tan generosos en sus contribuciones de asistencia para paliar los efectos del cambio climático. Solheim se puso de pie y dejó sin argumentos a quien había sugerido tal cosa, al decirle que no podía, por un lado, pedir ayuda y exponer una sólida causa legítima de necesidad de asistencia por el cambio climático; y por otro lado darnos la espalda y acusarnos de soborno. Si desean acusarnos de soborno, eliminemos entonces la causa de cualquier acusación de soborno, eliminemos el dinero. Estuve completamente de acuerdo con él en ese momento y lo sigo estando ahora.”

Le pregunté: “Entonces ¿qué sucede con los países que fueron castigados? Bolivia y Ecuador…”

Y Stern dijo: “Pasemos a la próxima pregunta.”

El moderador dijo: “Creo que pasaremos a la próxima pregunta, por este otro lado de la sala…”

Sí, esta pregunta se refería a los países a los que Estados Unidos retiró el dinero de asistencia destinado a minimizar los efectos climáticos, como Ecuador y Bolivia, por oponerse al Acuerdo de Copenhague. Tanto él, como Pershing, como el moderador ignoraron la pregunta.

Sin embargo, Pablo Solón, embajador de Bolivia para las Naciones Unidas, sí tiene una respuesta. Solón dijo que los hechos hablan por sí mismos: “Sólo puedo referirme a los hechos, porque una cosa que puedo decir respecto a las publicaciones de WikiLeaks es que no contienen hechos, por tanto no quiero juzgar a ningún país en base a eso, pero lo que les puedo asegurar es que han cortado la asistencia a Bolivia y Ecuador. Eso es un hecho. Además lo dijeron muy claramente: ‘Vamos a cortarla porque ustedes no apoyan el Acuerdo de Copenhague.’ Y eso es chantaje.” El Embajador Solón no se muestra optimista respecto al resultado de las negociaciones que se desarrollan en Cancún.

Solón dijo: “Los compromisos que se plantean en este momento implican un aumento de la temperatura de cuatro grados Celsius. Eso es una catástrofe para la vida humana y para la Madre Tierra”.

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Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.

© 2010 Amy Goodman

Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe, Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 650 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 250 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.